El 7 de agosto, Nápoles celebra San Cayetano de Thiene, copatrón de la ciudad e inventor del belén napolitano
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San Cayetano de Thiene es venerado en Nápoles como el Santo de la Providencia, protector de los trabajadores y los desempleados. A pesar de sus orígenes en Vicenza, se ha convertido en uno de los santos más queridos y venerados en Nápoles, hasta el punto de figurar en la lista de los copatronos de la ciudad napolitana. Este amor y devoción llegaron a San Cayetano por el hecho de que fue capaz de dedicar toda su vida a Dios y al servicio de los demás, convirtiéndose en un ejemplo vivo de pobreza, oración y asistencia a los necesitados. De origen noble, después de una brillante carrera como secretario del Papa Julio II, en 1523, fundó junto con Bonifacio de’ Colli, Paolo Consiglieri y Giampiero Carafa la Congregación de Clérigos Regulares, comúnmente conocida como Teatinos. Los Teatinos se distinguían por su vida comunitaria basada en la pobreza, la oración y la dedicación al prójimo, y en su decisión de no poseer nada, confiando únicamente en la providencia divina. Su fe incondicional se reflejaba en el modo en que San Cayetano afrontaba los retos y dificultades de la vida, siempre confiado en que la providencia divina proveería a sus necesidades.

San Cayetano demostró su compromiso en el servicio a los demás con innumerables obras de caridad y asistencia, fundando hospitales, orfanatos y hogares para los más necesitados. También dedicó gran parte de su tiempo a la educación de los fieles y a la evangelización.
La vida de San Cayetano es un ejemplo de fe, humildad y amor a Dios y al prójimo. Su dedicación a la divina providencia y al cuidado de los necesitados le convirtieron en un punto de referencia para quienes buscaban fuerza y esperanza en las dificultades de la vida. Su legado perdura en los corazones de quienes acuden a él en busca de consuelo y consolación.
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Los teatinos de San Cayetano
San Cayetano sentía un profundo deseo de formar y dedicar a la Iglesia sacerdotes que abrazaran la pobreza y se confiaran por completo a la divina providencia. Estos sacerdotes no poseían nada y no estaban autorizados a pedir limosna, sino que se contentaban con lo que los fieles les ofrecían y con lo que la providencia les proporcionaba, siguiendo la norma apostólica original. El deseo de San Cayetano estaba arraigado en su profunda fe en la providencia divina. Creía firmemente que Dios proveería todas las necesidades de sus hijos y que la verdadera riqueza residía en la confianza en Dios y el amor al prójimo. Por eso quiso que los teatinos abrazaran esta vida de pobreza y confianza en la providencia.
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Los Teatinos seguían el modelo de los apóstoles, que confiaban en la generosidad de los fieles y en la providencia de Dios para sus necesidades materiales. San Cayetano quería que sus sacerdotes imitaran esta sencillez y confianza absoluta en Dios, liberándose de las preocupaciones materiales para poder concentrarse plenamente en el servicio a Dios y a los demás. Esta elección de vida para los Teatinos exigía una gran fe y humildad.
La enseñanza de San Cayetano sigue inspirando hoy a quienes buscan seguir su camino de pobreza y confianza en la providencia, de sencillez y humildad, en la certeza de que Dios proveerá a todas las necesidades.
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San Cayetano y la tradición del belén napolitano
San Cayetano de Thiene tiene una importante relación con la tradición del belén, que sigue teniendo una importancia fundamental en Nápoles. Aunque el nacimiento del belén se atribuye a San Francisco de Asís, que instaló el primer belén en Greccio en 1223, San Cayetano es presentado como el que originó la práctica de instalar belenes en iglesias y casas particulares durante el periodo navideño.
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Según la tradición, la noche de Navidad San Cayetano estaba rezando ante el pesebre de Belén, situado en la Basílica de Santa María la Mayor. Mientras estaba absorto en la oración, tuvo una visión en la que la Virgen le acercaba al Niño Jesús, invitándolo a sostenerlo en sus brazos. Este episodio, representado en numerosas obras de arte figurativo, como en el cuadro de Agostino Beltrano en la iglesia de los Santos Apóstoles, habría inspirado al Santo para montar un belén que todos pudieran contemplar y desde el que pudieran tomar inspiración para elevar el espíritu y alegrarse ante el recuerdo del nacimiento del Salvador. No es casualidad que la estatua de San Cayetano, situada entre la Basílica de San Pablo Mayor y la iglesia de San Lorenzo Mayor, mire hacia la Vía San Gregorio Armeno, que aún hoy alberga los talleres de los maestros artesanos creadores de los belenes napolitanos.

El copatrono de Nápoles
San Cayetano de Thiene murió en Nápoles en 1547 y hasta el final se dedicó activamente a ayudar al pueblo napolitano con la evangelización y la asistencia social. Reforzó y mejoró los servicios del Hospital de los Incurables y apoyó la creación del Monte de Piedad, que más tarde se convertiría en el Banco de Nápoles, la institución bancaria más grande del sur de Italia.
Estuvo al lado de los napolitanos incluso en los periodos más dramáticos, trabajando para defender los principios de libertad y proteger los derechos de las personas durante carestías, revueltas y represiones sangrientas.

Incluso cuando en Nápoles se estableció el tribunal de la Inquisición, San Cayetano intervino para proteger al pueblo que se había sublevado, llegando incluso a ofrecer su propia vida a Dios a cambio de la paz. Murió de fatiga, penurias y angustias, pero los napolitanos nunca le han olvidado.
Hoy en día, la Plaza San Cayetano en Nápoles, situada en pleno centro histórico, es un lugar simbólico de devoción a San Cayetano. La plaza alberga la Iglesia de San Pablo Mayor, lugar de culto fundado por los Teatinos y dedicado al Apóstol Pablo. Aquí, los fieles aún pueden rezar ante los restos del Santo, depositados en la cripta, y pedir su intercesión.
San Cayetano es considerado uno de los copatronos de Nápoles, junto con San Genaro. Cada año, el 7 de agosto, Nápoles celebra la fiesta de San Cayetano con procesiones, misas solemnes y manifestaciones de devoción popular. También se le considera protector de los trabajadores y desempleados.
