Ritos funerarios en el mundo: tradiciones de todos los continentes

Ritos funerarios en el mundo: tradiciones de todos los continentes

Si nos detenemos a comparar los ritos funerarios en el mundo, nos damos cuenta de lo cerca y parecidos que somos todos, al fin y al cabo, frente a la inevitabilidad de la muerte

¿La muerte es igual para todos? Si hacemos caso al gran Totò, y en particular a su maravillosa poesía ‘A Livella’, la muerte más bien nos hace a todos iguales, como una “niveladora” capaz de borrar cualquier diferencia social. Pero en este artículo no nos detendremos tanto en las semejanzas y diferencias de cómo se “vive” la muerte en los distintos países, sino en los ritos funerarios en el mundo.
Partiendo de la base de que el dolor es dolor, siempre y en cualquier circunstancia, y que la pérdida de un ser querido marca profundamente el curso de la existencia, transformándolo de manera irreversible, las tradiciones funerarias varían notablemente de una cultura a otra y reflejan las creencias, los valores y las visiones del mundo de cada sociedad. Los pueblos celebran la vida y la muerte de formas diferentes, y conmemoran a sus difuntos siguiendo costumbres y rituales a veces muy alejados entre sí. Veamos cómo.

Oración por el eterno descanso

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La negación de la muerte en el mundo moderno

En el mundo occidental, desde los siglos XIX y XX, la muerte suele considerarse un tabú, apartada y marginada de la vida cotidiana. Este fenómeno se desarrolló paralelamente al avance de la medicina, a la mejora de las condiciones de vida y al creciente culto a la juventud y la eficiencia. La muerte, que una vez era un acontecimiento comunitario y ritual, se ha convertido en un proceso cada vez más privatizado y medicalizado, a menudo oculto y silenciado.
La progresiva separación de los ritos funerarios tradicionales, que involucraban activamente a la comunidad y a la familia, ha reforzado la marginación de la muerte. Muchos de los rituales que permitían elaborar el duelo han sido abandonados o reducidos a ceremonias formales e impersonales.
Hablar abiertamente de la muerte suele considerarse inapropiado o incómodo. En los entornos familiares o sociales, las conversaciones sobre la muerte se evitan o se minimizan, ya que se perciben como demasiado dolorosas o generadoras de ansiedad. Este silencio puede hacer más difícil la elaboración del duelo, tanto para quien enfrenta la pérdida de un ser querido como para quien se enfrenta a su propia mortalidad.

Pan de los Muertos

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A menudo, las personas afrontan el dolor de la pérdida en soledad, sin el apoyo de una comunidad cohesionada. Esto se ve agravado por la prisa con la que se empuja a “superar” el duelo y volver a la vida cotidiana, ya sea por exigencias laborales o sociales. En el pasado, las comunidades estaban profundamente implicadas en el proceso de duelo, que podía durar semanas o meses, dando a los familiares el tiempo necesario para asimilar el dolor. Hoy, el tiempo para el duelo es a menudo restringido, y quien sufre puede encontrarse sin un espacio adecuado para afrontar la pérdida.
El intento de alejar la muerte y convertirla en un tabú en la sociedad contemporánea es una respuesta al miedo a lo desconocido y al deseo de controlar lo incontrolable. Sin embargo, este distanciamiento también ha dificultado la aceptación de la muerte como parte inevitable de la condición humana.

Por supuesto, todo cambia para quien cree. Los ritos funerarios en el mundo católico siguen una estructura que refleja las creencias propias de la religión sobre la vida, la muerte y la resurrección. A partir del Sacramento de la unción de los enfermos, que prepara para el tránsito a quien está a punto de morir, con oraciones y bendiciones; luego sigue la vigilia fúnebre, durante la cual amigos y familiares se reúnen para rezar, rendir homenaje y acompañar a los familiares. La Misa fúnebre es el corazón del rito católico. Durante la celebración eucarística se reza por el alma del difunto, pidiendo su purificación y el descanso eterno. La liturgia incluye lecturas bíblicas, cantos sagrados y la comunión. Tras la Misa, tiene lugar el rito de despedida, con una bendición final del cuerpo. Luego se realiza la procesión al cementerio, donde se lleva a cabo la sepultura o la inhumación. Allí, el sacerdote bendice la tumba y se recitan oraciones por la paz del alma del difunto. La conmemoración del difunto continúa con las oraciones y celebraciones anuales, como el Día de los Muertos (2 de noviembre). Todos estos ritos reflejan la esperanza católica en la resurrección y en la unión eterna con Dios.

Conmemoración de los Difuntos

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¿Cómo se vive la muerte en los otros países?

Funeral musulmán

En el Islam, la vida y la muerte son vistas como parte del plan divino de Allah, y todo ocurre conforme a Su voluntad. Los musulmanes creen que la duración de la vida de cada individuo está predeterminada por Allah, y nadie puede adelantar ni retrasar el momento de la muerte. El Corán afirma:“Toda alma ha de gustar la muerte. Solo recibiréis vuestra recompensa el Día de la Resurrección.” (Corán 3:185).
Esta fe ayuda a muchos musulmanes a aceptar la muerte con serenidad, ya que la consideran un paso necesario para encontrarse con Allah y recibir la recompensa o el castigo por las acciones realizadas en la vida terrenal. Los ritos funerarios islámicos se caracterizan por su sencillez y rapidez, y siguen una serie de prácticas muy precisas basadas en las enseñanzas del Corán y la Sunnah, las tradiciones y el modo de vida del profeta Mahoma. El objetivo es honrar al difunto, pedir perdón por sus pecados y prepararlo para el encuentro con Dios (Allah). Tras la muerte, el cuerpo del difunto es lavado por miembros de la familia o por personas de la comunidad, y luego se envuelve en un sencillo sudario blanco, sin adornos ni ropas costosas. Los hombres son envueltos en tres capas de tela y las mujeres en cinco, siempre un número impar. Después de la preparación del cuerpo, se realiza una oración comunitaria especial, Salatul Janazah. Esta oración consiste en súplicas para pedir el perdón y la misericordia de Allah por el difunto. El cuerpo es llevado al cementerio y enterrado lo antes posible, preferiblemente dentro de las 24 horas siguientes al fallecimiento. La cremación está prohibida en el Islam. El difunto es colocado en la tumba de lado derecho, orientado hacia La Meca (la Qibla). El período de duelo suele durar tres días, durante los cuales familiares y amigos visitan a la familia del difunto, recitan oraciones y ofrecen apoyo. Las mujeres, especialmente las viudas, pueden observar un duelo más prolongado, que puede durar hasta cuatro meses y diez días.

Cremación y religión católica

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Funeral judío

En el Judaísmo, la muerte se concibe como un paso de esta vida a otra forma de existencia. El cuerpo y el alma son considerados dones de Dios: mientras el cuerpo está destinado a deteriorarse y regresar a la tierra, el alma continúa su viaje hacia Dios. La Torah y otros textos sagrados judíos subrayan la importancia de vivir una vida justa y moral, ya que esto influye en el destino del alma en el más allá.
Después de la muerte, el cuerpo del difunto es tratado con gran respeto y cuidado. En este caso también se realiza una purificación ritual, preparando el alma para regresar pura a Dios.
Luego, el cuerpo se envuelve en un sencillo sudario blanco. El uso de ataúdes suele reducirse al mínimo o incluso evitarse, ya que la tradición prefiere que el cuerpo vuelva a la tierra lo antes posible. El funeral debe celebrarse dentro de las 24 horas siguientes al fallecimiento, si es posible. La ceremonia es sobria y solemne, con la lectura de pasajes de la Torah y oraciones.
Uno de los elementos centrales es el Kaddish, una oración en arameo que glorifica a Dios y que recitan los hijos del difunto y otros familiares como señal de respeto.
La elaboración del duelo tiene una gran importancia en el Judaísmo y se desarrolla en varias etapas, que ayudan a los familiares a asimilar la pérdida de manera gradual. Aunque la muerte se considera un momento doloroso, el Judaísmo promueve una visión equilibrada y moderada del duelo: la vida es un don de Dios, y también el luto debe tener su límite.

Diferencias entre el judaísmo y el cristianismo

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Funeral ortodoxo

Para los cristianos ortodoxos, la muerte se entiende como una consecuencia del pecado original de Adán y Eva, pero también como una oportunidad de redención y resurrección. La vida terrenal se considera una preparación para la vida eterna. La esperanza en la resurrección y la fe en Cristo resucitado son el núcleo de la visión ortodoxa de la muerte. Cuando una persona se acerca al final de su vida, es importante que reciba los sacramentos de la Confesión y la Eucaristía: la Confesión reconcilia al moribundo con Dios, mientras que la Eucaristía representa la comunión con Cristo, fuente de vida eterna. Antes del funeral, suele realizarse una vigilia en la casa del difunto o en la iglesia. La ceremonia fúnebre tiene lugar en la iglesia, donde el sacerdote dirige el servicio litúrgico, que incluye lecturas bíblicas, himnos y oraciones por el perdón de los pecados del difunto y por su alma. Al final del servicio, los familiares y asistentes pueden acercarse al cuerpo para dar el último adiós. Después, el cuerpo es llevado al cementerio, donde el sacerdote bendice la tumba.
El difunto se entierra con el rostro orientado hacia el este, en espera de la resurrección.
En el Cristianismo ortodoxo es fundamental rezar por el alma del difunto, ya que se cree que las oraciones de los vivos pueden ayudar al alma a encontrar misericordia y descanso en Dios.
Las oraciones continúan incluso después del entierro.

Diferencia entre ortodoxos y católicos

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Día de los muertos

El Día de los Muertos es una festividad tradicional de origen prehispánico celebrada en México y en otras partes de América Latina los días 1 y 2 de noviembre de cada año. Es una de las celebraciones más importantes de la cultura mexicana, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Durante el Día de los Muertos, las familias recuerdan y honran a sus difuntos en un ambiente de alegría y comunión, más que de tristeza, ya que se cree que los muertos regresan temporalmente al mundo de los vivos para visitar a sus seres queridos.
El Día de los Muertos tiene raíces antiguas, que se remontan a culturas indígenas como los Aztecas, Mayas y otros pueblos precolombinos, quienes creían que la muerte era una continuación de la vida, no su final, y que los difuntos continuaban viviendo en otro plano.
El Día de los Muertos se celebra con numerosos rituales y tradiciones. Los altares u ofrendas son el corazón de las festividades: las familias los montan en sus hogares o en los cementerios para recibir a los espíritus de los difuntos, decorándolos con fotografías, flores, velas, comida, calaveras de azúcar y otros objetos significativos.
Las calaveras son símbolos icónicos del Día de los Muertos. Representadas de manera colorida y alegre, simbolizan que la muerte es una parte natural de la vida. El Día de los Muertos no es una jornada de luto, sino una ocasión para celebrar la vida.

Fiesta de Todos los Santos

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Rito funerario chino

En la cultura china, la muerte es un acontecimiento profundamente significativo, lleno de tradiciones, simbolismos y rituales, influenciados por diversas filosofías, religiones y creencias populares.
La muerte no se percibe como un final definitivo, sino como una transición hacia otra etapa de la existencia o una conexión espiritual con los antepasados. Los ritos funerarios están concebidos para restablecer la armonía entre el mundo de los vivos y el de los muertos, evitando así perturbar el equilibrio cósmico.
Los ritos funerarios chinos son complejos, y para los chinos es muy importante respetar cada paso, ya que, de no hacerlo, el alma Po, que corresponde al cuerpo, podría continuar vagando por la tierra.
Existe una creencia extendida según la cual los espíritus de los difuntos que no han recibido el debido respeto o que han muerto en circunstancias trágicas pueden convertirse en espíritus errantes y causar desgracias. Por ello, es esencial honrar adecuadamente a los muertos para garantizar su descanso.
Tras la muerte, el cuerpo se lava y se viste con ropas tradicionales, generalmente de color blanco, que en la cultura china representa el luto (a diferencia del negro, característico en Occidente).
Durante los funerales chinos es costumbre quemar diversos objetos, especialmente hechos de papel, como ofrenda simbólica al difunto para su viaje al más allá. Se cree que esos objetos quemados se transforman en bienes reales en el mundo espiritual, proporcionando al difunto todo lo que pueda necesitar en su nueva existencia: billetes de papel (dinero para el más allá), miniaturas de casas, automóviles, ropa, joyas y alimentos, como una forma de asegurarse de que no padezca hambre en la otra vida.
El cuerpo del difunto puede ser expuesto en casa o en un lugar designado para el duelo, donde amigos y familiares acuden a rendir homenaje durante una vigilia que puede durar varias horas o incluso días.
Durante la vigilia, se ofrecen alimentos, incienso y dinero de papel, y se recitan oraciones para facilitar el paso del alma al más allá. El llanto fúnebre se considera una manifestación de respeto y amor hacia el difunto, y a menudo hay una persona encargada de dirigir las lamentaciones durante la ceremonia. En el pasado, la inhumación era la norma, pero hoy en día la cremación se ha vuelto más común, especialmente en las zonas urbanas. La ubicación de la tumba se determina según las reglas del Fengshui.

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Como la muerte está asociada a energías negativas, después del funeral las ropas usadas por los participantes son quemadas. El duelo, en la tradición china, es un proceso largo. Según las creencias, siete días después de la muerte el alma del difunto regresa al hogar. Por ello, se coloca una tablilla roja con una inscripción en la entrada de la casa para ayudar al alma a encontrar el camino.
Ese día, los familiares permanecen en sus habitaciones, dejando al espíritu libertad para moverse. En el suelo se esparce harina o talco para registrar su paso.
Uno de los aspectos fundamentales del duelo chino es el culto a los antepasados. Las familias erigen altares en las casas o en los templos donde ofrecen comida, incienso, flores y otros objetos a sus antepasados, para asegurar su bienestar en el más allá y atraer prosperidad para la familia.
Este culto se considera un deber filial y una manera de garantizar que el difunto siga formando parte de la vida familiar.

Funeral japonés

La visión japonesa de la muerte está influenciada principalmente por el Budismo, que enfatiza la ciclicidad de la vida y la reencarnación. La muerte se considera un paso hacia otra forma de existencia.
Tras el fallecimiento, el cuerpo se lava y se viste con ropas tradicionales: un kimono para las mujeres y un traje sencillo para los hombres. Posteriormente, durante la vigilia, el difunto es vestido con un kimono blanco tradicional, con la cabeza orientada hacia el norte o el oeste. El cuerpo suele colocarse en un ataúd y es velado por el familiar más cercano hasta el momento del funeral. Durante la vigilia se recolectan donaciones para la familia, se quema incienso y se ofrecen comida y bebidas a los asistentes. Se recitan oraciones comunitarias, guiadas por un sacerdote. Al día siguiente, el cuerpo es llevado a un templo para la ceremonia fúnebre. Al difunto se le otorga un nombre póstumo, kaimyo. Eso sirve para evitar que su espíritu regrese cada vez que los familiares lo mencionen.
Después del funeral, el cuerpo es cremado. Una vez finalizada la cremación, los familiares son llamados al crematorio para recoger los restos del difunto con palillos y colocarlos cuidadosamente en una urna, que luego se deposita en el cementerio.
Según la tradición budista, se cree que el espíritu del difunto renace después de 49 días. Este período se considera un momento sagrado para la familia, que observa el duelo y realiza diversos rituales de conmemoración.
Es común visitar los cementerios para rendir homenaje a los seres queridos y mantener vivo su recuerdo, aunque muchas familias también poseen un altar doméstico, el butsudan, donde se colocan objetos conmemorativos y se ofrecen oraciones.