Mesas puestas en la noche y dulces de los muertos. Oraciones, crisantemos y visitas al cementerio. Así es como se celebra la conmemoración de los difuntos en Italia y en todo el mundo
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Todos estamos seguramente acostumbrados a la tradicional conmemoración de los difuntos celebrada cada año el 2 de noviembre, el día después de Todos los Santos. Es probable que desde niños hayamos visto a nuestros familiares ajetrearse entre crisantemos y momentos de oración, y es casi seguro que nos hayan llevado al cementerio, nunca tan abarrotado como en el frío inesperado de los primeros días de noviembre. Cuando les preguntábamos por qué teníamos que hacerlo, la respuesta, que sonaba misteriosa y algo siniestra a nuestros oídos infantiles, era: «Es el día de los muertos».
Fiesta de todos los santos: 1 de noviembre
El 1 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la fiesta de todos los santos. Una fiesta antigua, de la cual quizás hoy se ha perdido de vista el espíritu correcto.
En realidad, la Commemoratio Omnium Fidelium Defunctorum es un acontecimiento muy importante para la Iglesia católica, que la incluye entre sus Solemnidades y, por tanto, una de las celebraciones de mayor importancia litúrgica, al menos desde la Reforma Litúrgica del rito romano iniciada por el Concilio Vaticano II. Anteriormente, si el 2 de noviembre caía en domingo, la Conmemoración de los difuntos se trasladaba al día siguiente, ya que el domingo seguía conservando su precedencia.
Como es fácil imaginar por el nombre, la Conmemoración de todos los fieles difuntos, o Día de los fieles difuntos, sirve precisamente para conmemorar a los muertos, no sólo a nuestros seres queridos, familiares o amigos perdidos. En este día, que es un día de fiesta, aunque pueda parecer triste, se reza en sufragio por las almas de todos los muertos, para ayudar a su eventual paso del Purgatorio. De hecho, se trata de una Solemnidad de origen bizantino, que hunde sus raíces en la verdad de fe del Credo de los Apóstoles y, en particular, en la comunión de los santos, según la cual los cristianos no deben considerarse entidades individuales, sino parte integrante del cuerpo místico de Jesucristo resucitado, en la remisión de los pecados, que permite acceder o no al Reino de los Cielos, y en la Resurrección de la carne, según la cual al final de los tiempos todos los difuntos resucitarán y las almas y los cuerpos se reunirán. De hecho, la última parte del Credo reza:
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne,
y la vida eterna. Amén
Pero en la base de la Conmemoración de los difuntos está también la esperanza y el deseo de todo ser humano de poder abrazar de nuevo a sus propios muertos algún día. Para los que creen, la muerte no es más que un pasaje, el comienzo de la espera del amor y de la fe que nos llevarán a encontrarnos en el encuentro definitivo con los que amamos.
Los colores litúrgicos que caracterizan esta celebración son el morado y el negro.
Dado que el Día de los difuntos requiere una preparación de oración, a partir del 24 de octubre se puede empezar a rezar la Novena por los Fieles Difuntos.
¿Y el Crisantemo? Conocida en otros países como margarita de dieciséis pétalos, esta flor tan particular florece precisamente en esta época del año. De hecho, es una planta brevidiurna, es decir, florece cuando los días se acortan y el periodo de oscuridad supera las nueve horas diarias.
Sin embargo, también es interesante observar cómo a lo largo de los siglos la Fiesta de los difuntos ha ido adquiriendo características diferentes, mezclándose a menudo con tradiciones paganas y folclóricas de los distintos países a los que llegaba la Fe Católica. Existen tradiciones en el mundo tan diversas entre sí como el pintoresco Día de Muertos, típico de la cultura mexicana, en el que las tumbas se decoran con flores y se depositan en ellas regalos, comida, juguetes e incluso alcohol, mientras que en cada casa se instala un altar de muertos y se espera que los difuntos acudan a visitar a sus familiares con vida.
La historia del día de los muertos
¿Cuándo se empezó a celebrar el 2 de noviembre el Día de los difuntos en Italia?
Los últimos días de octubre y los primeros de noviembre siempre se han considerado propicios para los difuntos y, por tanto, designados para celebraciones en su honor. Las razones de esta preferencia se derivan de la creencia de que el Diluvio Universal fue desencadenado precisamente en esta época del año.
En cambio, según los bizantinos, la conmemoración de los difuntos debía tener lugar entre finales de enero y principios de febrero, el sábado anterior al domingo de Sexagésima, dos semanas antes del comienzo de la Cuaresma, alrededor de sesenta días antes de Pascua.
Ya San Agustín exhortaba a los fieles a rezar por los difuntos no sólo con motivo del aniversario de su muerte, sino también en otros días dedicados a ellos.
En 998, el abad San Odilón de Cluny, promotor de la reforma cluniacense al frente de la orden benedictina, estableció, entre otras innovaciones, que después de las Vísperas del 1 de noviembre las campanas de la Abadía de Cluny tocaran a muerto, en honor de los difuntos, y al día siguiente celebró la misa ofreciendo la Eucaristía «pro requie omnium defunctorum», es decir, por las almas de todos los difuntos. Desde entonces, la celebración de la fiesta de los difuntos se ha establecido el 2 de noviembre.
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Las celebraciones de la fiesta de los muertos en Italia
Son muchas las tradiciones italianas vinculadas a la conmemoración de los difuntos. En Sicilia, la fiesta de los difuntos tiene su origen en ritos precristianos y en el culto a los Lares romanos, los espíritus protectores de los antepasados que velaban y protegían a la gens y a la familia. En la noche de Todos los Santos, los difuntos pasan por las casas de los familiares y dejan regalos para los niños y los dulces típicos de los difuntos: frutta martorana, hecha con pasta de almendra, los pupi di zucchero, es decir muñecos de azúcar, y galletas llamadas «huesos de los muertos».
En Apulia, al igual que en México, se cree que en la víspera de Todos los Santos los difuntos regresan a visitar a familiares y amigos. Por eso se les deja la mesa puesta con pan, agua y vino. Y en algunas zonas se tallan calabazas, como en la tradición de Halloween, y los niños reciben dulces y regalos que sus familiares difuntos les han dejado en medias especialmente colgadas en la casa. La mesa puesta para los muertos se encuentra también en algunas zonas del Trentino, Piamonte y Valle de Aosta. En la provincia de Cremona se preparan, en cambio, las camas para los muertos.
Incluso en algunas zonas de Lombardía se procura que los muertos que regresan a sus casas puedan reconfortarse, y se les deja agua fresca, mientras que en Friuli se deja agua, pan y una pequeña lamparilla.
En Toscana existe la tradición del Ben d’i morti: quienes han perdido a un familiar donan alimentos a los necesitados. Los más pequeños llevan la sfilza, un collar de castañas cocidas y manzanas. Pero antiguamente, el «ben dei morti» era también la mezcla de habas, castañas e higos secos que se daba a los niños que iban de puerta en puerta la noche del 1 de noviembre, igual que los que hoy recorren las casas reclamando truco o trato. Recordemos que los niños disfrazados de fantasmas representan hoy, como entonces, las almas de los difuntos que piden regalos y un buen recuerdo. En Cerdeña, los niños andan con la cara embadurnada de carbón pidiendo caramelos y frutos secos y recitando la fórmula «Seus benius po is animeddas» hemos venido por las almas, o «mi das fait po praxeri is animeddas?» ¿me dan algo por el bien de las almas?
En algunas regiones existe la tradición de ir al cementerio no sólo a llevar crisantemos y rezar, sino también a comer, así como se hace en México. En particular, se comen habas, que siempre se han considerado un alimento sagrado y, por tanto, muy adecuado para ceremonias y banquetes funerarios. En Liguria también se preparan habas secas, que se denominan bacilli, junto con balletti (castañas hervidas). Hay también muchos dulces con forma de habas, como los stinchetti dei morti en Umbría.
El día de los difuntos en el mundo
Además de las costumbres italianas, hay muchas tradiciones fascinantes para el día de los difuntos en todo el mundo. Además del ya mencionado Día de los Muertos mexicano, tan característico que ha sido catalogado por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, está el suntuoso carnaval criollo de Nueva Orleans, la ciudad más embrujada de América, en virtud de su antigua tradición de brujería y vudú. En Irlanda sigue muy presente el Samhain celta, que se ha transformado en Halloween y exportado desde aquí a América. Se encienden grandes hogueras para ahuyentar la mala suerte y los malos espíritus, la gente se disfraza de monstruos, se tallan las calabazas (que antes eran nabos) y se honra tanto a los muertos como a los espíritus.
Muy diferentes son las celebraciones que tienen lugar en Oriente, como el Boon Para Wate de Tailandia, que se festeja entre junio y julio, donde durante tres días la gente desfila con antorchas encendidas, toca música y baila, pero también hay momentos de oración, meditación y recogimiento. En China, del 4 al 6 de abril se celebra el Qingming, «Día de Limpieza de tumbas», en el que toda la familia se reúne para limpiar las tumbas de los antepasados, consumiendo sólo alimentos fríos porque está prohibido encender fuego.
Asimismo, en Guatemala, se festejan los Santos y los difuntos construyendo cometas gigantes, con el Festival de Barriletes Gigantes.
Meta description: La Conmemoración de los difuntos es una solemnidad importante para la religión católica, pero también una antigua tradición difundida y celebrada en todo el mundo.