Ayuno cuaresmal: en qué consiste y cómo ponerlo en práctica

El ayuno cuaresmal es una práctica de preparación a la Pascua que debe ir acompañada de la oración y la limosna, como escribió el Papa Francisco en su Mensaje para la Cuaresma 2019

¿Qué significa Cuaresma? Es el período de purificación, abstinencia y ayuno que todo cristiano debe observar en los cuarenta días que preceden a la Pascua. Coincide simbólicamente con los 40 días que Jesús, después de ser bautizado por Juan el Bautista, pasó en el desierto para prepararse con la oración, la purificación y el ayuno, precisamente, para su ministerio público. También coincide con el final del Carnaval, del latín carnem levare, “privarse de la carne”. La Cuaresma representa para cada cristiano un tiempo muy especial e importante. El alma se prepara para acoger el misterio pascual, y para ello es necesario que se purifique de pensamientos y distracciones. La oración y la meditación se ponen en práctica, se hacen florecillas de Cuaresma, renunciando a algo que a uno le importa especialmente, y dedicándose a obras de caridad. También el cuerpo necesita prepararse para esta fiesta única y solemne. Aquí, pues, se nos propone el ayuno cuaresmal, con unas sencillas reglas de abstinencia y moderación que, por una parte, nos permiten purificar el cuerpo y, por otra, ejercer un control sobre nosotros mismos, aprender a estar menos apegados a nuestras comodidades y a ser menos egoístas.

El ayuno, después de todo, no es una práctica que pertenece únicamente al tiempo de Cuaresma. Los cristianos practican el ayuno durante algunos días del año, sobre todo con ocasión de fiestas solemnes. Debería formar parte de la vida del fiel, como la oración, la limosna y las obras de caridad. Siempre ha sido así, ya en el Antiguo Testamento, y estaba presente y extendido entre el pueblo judío mucho antes del nacimiento de Jesús, como lo estaba la obligación del reposo absoluto. Cuando Moisés tuvo que prepararse para recibir los Diez Mandamientos, vivió cuarenta días en el desierto ayunando para presentarse puro ante Dios. Los judíos también practicaban el “gran ayuno”, con motivo del día de la Expiación (yom kippur).

Volviendo al ayuno cuaresmal, para los cristianos, no sólo los católicos, es el Miércoles de ceniza el que da comienzo al tiempo de Cuaresma.
La práctica del ayuno, en cambio, no es compartida por los Protestantes, a excepción de los anglicanos, porque el ayuno obligatorio en determinados momentos se considera como una práctica externa e innecesaria. Cada fiel reivindica el derecho y el deber de practicar el ayuno cuando lo considere oportuno, y no en función de ocasiones concretas.
En la Iglesia Ortodoxa, el ayuno se practica regularmente dos veces por semana, los miércoles y los viernes, y de forma más cuidadosa durante determinadas fiestas. Durante la Cuaresma ortodoxa, el ayuno es particularmente estricto.

¿Quién debe hacer el ayuno cuaresmal?

Según el Código de Derecho Canónico, todos los cristianos practicantes deben observar el ayuno y la abstinencia de carne al menos dos veces al año: el Miércoles de Ceniza (que para el rito ambrosiano se convierte en el primer viernes de Cuaresma) y el Viernes Santo. En términos más generales, no se debería comer carne en los «días de vacas flacas», es decir, los viernes y otros días prohibidos, como indica la constitución apostólica «Paenitemini» del Papa Pablo VI de 1966. En general, estos preceptos deberían observarse el Viernes Santo y todos los viernes de Cuaresma, para prepararse a la Pascua de la manera mejor y más cristiana.

Según el canon 1252 del Código de Derecho Canónico, la edad para el inicio de la obligación de ayuno ha sido fijada en los 18 años, mientras que el plazo es de 60 años. Quienes padezcan enfermedades particulares o presenten una causa justa, normalmente relacionada con motivos de salud, pueden ser eximidos y conmutar su ayuno en obras de caridad. La obligación de abstenerse de comer carne, en cambio, ya se aplica a partir de los 14 años.

Durante la Cuaresma, además del ayuno, los Obispos exhortan a los fieles a practicar otras formas de abstinencia o al menos de moderación, como formas de penitencia y purificación: abstenerse de fumar, del alcohol, del uso inmoderado del teléfono móvil, etcétera. Se trata siempre de privaciones que pueden formar parte de las florecillas para la Cuaresma.

Quien desee recibir la Comunión está obligado a abstenerse de cualquier alimento o bebida desde al menos una hora antes, como indica el canon 919 del Código de Derecho Canónico.

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Cómo hacer el ayuno durante la Cuaresma

En primer lugar, hay que distinguir entre ayuno y abstinencia: el ayuno se refiere a la cantidad de comida, la abstinencia a lo que se puede comer.

El ayuno en Cuaresma implica una sola comida completa a lo largo de todo el día. Se permiten pequeñas cantidades de comida por la mañana y por la noche, así como agua y los medicamentos necesarios para la salud. El ayuno cuaresmal implica comer todo tipo de alimentos vegetarianos, es decir, verduras, cereales y legumbres, pero también pescado, huevos y productos lácteos en cantidades moderadas.

La abstinencia es específica de los viernes de Cuaresma e implica la exclusión de la carne, que, sin embargo, puede sustituirse por pescado, siempre que sea pescado pobre y cocinado de forma poco elaborada.

¿Qué no se puede comer el Viernes de Cuaresma?

Como ya hemos visto, es el Código de Derecho Canónico, y en particular el canon 1251, el que define las reglas del ayuno y la abstinencia: «Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo«. 

Por tanto, la regla de abstinencia de carne en sentido estricto es válida para el Miércoles de Ceniza y todos los viernes del período cuaresmal, especialmente el Viernes Santo. Sin embargo, también se recomienda el Sábado Santo.

La carne de cualquier tipo, roja o blanca, está prohibida en estas fechas, al igual que los platos que no sean de carne, pero sí muy elaborados y sofisticados, como crustáceos o mariscos.