Florecillas de Cuaresma: 5 ideas sobre pequeños sacrificios o cosas que hacer

Florecillas de Cuaresma: 5 ideas sobre pequeños sacrificios o cosas que hacer

Cuaresma, tiempo de penitencia, oración y devoción. ¿Cuáles son las florecillas cuaresmales más adecuadas para prepararse de la mejor manera para la Pascua?

De todos los tiempos del año litúrgico, la Cuaresma, el período de unos cuarenta días que va desde el Miércoles de Ceniza hasta la Santa Pascua, es quizás el que requiere el mayor compromiso de los cristianos en el trabajo sobre sí mismos. De hecho, es en esos días que uno se prepara para la Pascua, purificando el cuerpo con el ayuno y la abstinencia de la carne en días particulares, y elevando el espíritu con la oración. En este contexto de penitencia y renuncia, las florecillas de Cuaresma, es decir pequeños sacrificios, son una práctica al alcance de todos. Se trata de sacrificar algo muy importante para nosotros por el período de Cuaresma. Puede ser la práctica de un interés particularmente querido, la renuncia a una comida por la que uno es codicioso, incluso el uso de la televisión o quizás de las Redes Sociales. El espíritu debe el de ser sacrificar algo que te importa, enfrentar una privación que es dolorosa para nosotros en el nombre de Dios.

Miércoles de Ceniza

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Pero ¿cómo se hacen las florecillas cuaresmales?

Cómo hacer una florecilla religiosa

Para comprender el significado de una florecilla es suficiente analizar su propio nombre por un momento. Florecilla deriva de una flor, y es precisamente con la misma ligereza con la que se regala una flor que debemos afrontar este sacrificio. Sacando fuerzas de lo más profundo de nosotros mismos, aceptando el compromiso que hemos decidido emprender con valentía y espontaneidad. Sobre todo, la florecilla no es una forma de trueque con Dios o la Virgen: nada de peticiones, reclamaciones o motivos ocultos.

En cuanto a los medios para vehicular la propia florecilla cuaresmal, es a través de la oración que podemos asegurarnos de que llegue a Dios Padre, o a la Virgen, o al Santo a quien hemos elegido para dedicarla. De la oración la florecilla debe tener el sentimiento, la actitud del espíritu, la disponibilidad a un diálogo con nuestro yo más íntimo y verdadero, que se convierte en diálogo con Dios. Como la oración, incluso si puede involucrar una petición, es ante todo una conversación con Dios, así la florecilla no es una fórmula mágica, ni un sacrificio hecho para obtener algún tipo de beneficio.

Por lo tanto, para pronunciar nuestras florecillas cuaresmales, debemos recordar siempre asociar una buena acción, una pequeña renuncia a una oración, para que puedan llegar más fácilmente a Jesús.

Cómo hacer una florecilla a la Virgen

Hemos observado cómo el término Florecilla deriva de flor. Esta yuxtaposición parece aún más evidente si examinamos las florecillas a la Virgen. En el mes de mayo, mes mariano por excelencia, era costumbre ofrecer flores a la Virgen, como regalo y signo de buena voluntad. Con el tiempo, estas flores han adquirido un significado más amplio y profundo, transformándose de flores reales en flores espirituales, para ser ofrecidas a la Virgen, y no sólo a ella.

Pero ¿a qué tenemos que renunciar?

No hay una respuesta universal. Para algunos, puede ser un sacrificio renunciar a un alimento particularmente agradable, como los dulces, la carne o el vino. No se trata de un ayuno real, sino sólo de renunciar por un tiempo a lo que más satisface nuestro paladar. O podemos prescindir de ver un programa de televisión que nos emocione especialmente o de jugar a un videojuego adictivo. Dada la preponderancia de las redes sociales en nuestra vida diaria, evitar controlarlas compulsivamente a lo largo del día podría ser un sacrificio aparentemente pequeño, pero en realidad no tan fácil de sostener.
Un compromiso apreciable podría ser moderar nuestro mal genio, ser más pacientes, tolerantes con nuestros seres queridos, compañeros de trabajo o con quienes nos encontremos. Cultivar la amabilidad y la cortesía debería ser algo natural y constante, pero hoy en día se necesita más fuerza de voluntad.
Aún así, podemos decidir sacrificar un poco de nuestro tiempo y energía para ayudar al prójimo. Mayor compromiso en la familia y en el hogar, algo más de ayuda a los padres y personas mayores, quizás incluso a vecinos no autosuficientes, pequeñas formas de voluntariado. Este tipo de compromiso también debería ser un componente omnipresente en la vida de un buen cristiano, pero quizás comenzar a ejercerlas como florecillas cuaresmales podría proporcionarnos inspiración para el futuro.

Florecilla religiosa no mantenida

Cualquiera puede hacer una florecilla. Lo difícil es cumplirla. Se necesita espíritu de sacrificio, fuerza de voluntad, perseverancia, y el compromiso es aún mayor precisamente porque todo lo que cumplimos lo hacemos sin esperar nada a cambio.
Por supuesto, si no se cumple una florecilla, no pasa nada. Nadie nos castiga, nadie nos regaña. Pero a nivel personal tendremos que considerarla como una gran derrota, porque si no somos capaces de realizar un sacrificio que es bastante aceptable en su compromiso, ¿qué tipo de seres humanos y cristianos podríamos ser en circunstancias más difíciles y exigentes? También por eso, con motivo de la Cuaresma es mejor centrarnos en una florecilla a nuestro alcance, algo que representa para nosotros una auténtica renuncia, un verdadero sacrificio, pero también algo que sabemos que podemos realizar. Como observó Papa Francisco, si Jesús permaneció cuarenta días en el desierto para luchar contra las tentaciones del Diablo, podemos esforzarnos por soportar una pequeña renuncia con serenidad.