Novena a San José para el Día del Trabajo

Novena a San José para el Día del Trabajo

San José es una figura imprescindible, cuando el pensamiento está dirigido a la vida y obra de Jesús. Aunque, con toda probabilidad, él ya estaba muerto cuando este último comenzó su misión, sigue siendo cierto que su papel como esposo de María y padre putativo del Salvador lo ubica entre los santos más importantes venerados por la Iglesia Católica. Su popularidad se debe a una serie de razones. En primer lugar, era un hombre justo. Así es como también se define en el Evangelio de Mateo. Justo porque no quiso repudiar y negar públicamente a María, cuando supo de su embarazo milagroso. Aunque herido y triste por lo que para él, al menos en un principio, era una prueba de adulterio, no quiso arruinar la chica que le había sido dada en matrimonio, y cuando el ángel se le apareció, instándole a cuidar de ella y del niño que llevaba en su regazo, como si fuera suyo, José aceptó su propio destino y papel con humildad y dedicación. Amó y respetó a María como el más amoroso de los maridos, protegiéndola de los peligros, velando por ella, siempre atento, siempre presente, y de la misma manera en que creció Jesús como un hijo, tratando de transmitirle todo lo que sabía, haciendo que se sienta parte de una familia unida y amorosa. Un hombre especial, José, quizás debido a su simplicidad. La fortuna que su culto conoció desde la antigüedad probablemente se deba al hecho de que era un hombre común, en quien cualquiera podía identificarse fácilmente. Y en su ser un hombre común, gran parte tenía sin duda el hecho de que era un gran trabajador.

San José y el Día del Trabajo

Los Evangelios nos dicen que José era un téktón, una palabra griega que se presta a diferentes interpretaciones. Si la cultura popular ha elegido ver a José como un humilde carpintero, es probable que su profesión fuera mucho más compleja y articulada, relacionada con la edificación y la construcción. Los estudiosos han hablado durante mucho tiempo al respecto, llevando a cabo varias teorías. Lo que es importante para nosotros, aquí, es que José trabajaba, y mucho, y que, como era costumbre para la época, enseñó su profesión a su hijo Jesús. Por lo tanto, San José, además de ser protector de padres de familia, carpinteros, ebanistas y moribundos, es reconocido como el patrón de todos los trabajadores. San José no sólo se celebra el 19 de marzo, según la tradición, sino también el 1 de mayo, Día del Trabajo. Fue el Papa Pío XII en 1955 para establecer este memorial litúrgico, que asocia la figura del Santo al concepto mismo de dignidad inherente al trabajo, que en este contexto se convierte en casi una extensión, una finalización del trabajo de Dios. En el Concilio Vaticano II leemos cómo la figura de San José, hombre humilde, devoto y fiel “se reconoce la dignidad del trabajo humano, como deber y perfeccionamiento del hombre, ejercicio benéfico de su dominio sobre la creación, servicio de la comunidad, prolongación de la obra del Creador, contribución al plan de la salvación” (cfr. Conc. Vat. II, Gaudium et spes, 34)

La gratitud de los Papas

San José fiberglass
San José carpintero
80 cm en fibra de vidrio

Santo querido por el Papa Juan Pablo II, lo es aún más a Papa Francisco, quien el 1 de mayo de 2013, durante la celebración de la Homilía de la mañana en Santa Marta, destacó la importancia del trabajo en la vida de cada hombre y mujer, hablando en particular del concepto de ‘dignidad’ inherente al trabajo mismo, aquella dignidad demasiado a menudo negada a los que les gustaría trabajar pero no pueden, “Quien trabaja es digno, tiene una dignidad especial, una dignidad de persona: el hombre y la mujer que trabajan son dignos. […] (Pero tantos son aquellos que) quieren trabajar y no pueden. […] (Esto) es un peso para nuestra conciencia, porque cuando la sociedad está organizada de tal modo. […] No todos tienen la posibilidad de trabajar, de estar “unidos” por la dignidad del trabajo, esa sociedad no va bien: ¡no es justa! Va contra el mismo Dios, que ha querido que nuestra dignidad comience desde aquí”.

Aquí, entonces, en San José se dirigen todos los hombres y mujeres que querrían, sobre todo, tener un trabajo, pero que no pueden encontrarlo. Personas dobladas por necesidad, pero, aún más, por la sensación de estar incompletos e indignos, aunque sea independiente de su voluntad, a la que se sienten condenados por esta falta. Dirigir una oración a San José se convierte entonces en una forma de encontrar todos los días la fortaleza para superar la incomodidad, renovar su propio compromiso de investigar, apoyándose en la benevolencia de este santo tan humilde y trabajador, de este hombre simple pero orgulloso, que ha podido convertirse en un instrumento de la voluntad de Dios yendo contra su propio orgullo y sus comprensibles dudas, en nombre de un plan misterioso, de un amor más allá de la concepción humana.

Ya hemos hablado en otros artículos de la práctica de la Novena en la Iglesia Católica. Es una forma de devoción cristiana que consiste en recitar una oración particular o Rosario por nueve días consecutivos. Por lo general, la Novena se practica en vista de una fiesta o celebración solemne, y, de manera más general, es para los fieles un vehículo de devoción destinado a solicitar una gracia. Recordemos por ejemplo la Novena de Navidad, que se recita desde el 16 de diciembre hasta el día de Nochebuena, y que recuerda el embarazo de María, o la Novena a María que desata los nudos, con la que los fieles piden la intercesión de María para desatar cualquier nudo que genere su dolor.

Incluso San José tiene su propia Novena especial dedicada a aquellos que trabajan, los que le gustaría trabajar, a los que sufrieron como resultado de su trabajo, y en general a todos aquellos que ven en la actividad laboral la plena realización de sí mismos como individuos y miembros de la sociedad. La Novena de San José se recita como regla del 22 al 30 de abril, pero siempre puede ser recitada, si se está buscando un trabajo, si se sufre de la su falta, o para aquellos que tienen familiares o amigos que sufren de una condición de desempleo que no han buscado, que no desean. Por lo general se acompaña con un rosario, de ahí la definición Rosario a San José, y expresa toda la devoción al Santo, invocando su bondad, su confort, su protección. En este caso, como en otros lugares a menudo el caso con María, es José quien actúa como un intercesor entre los fieles y Dios, para hacerle obtener la gracia que invoca y que, incluso si nunca se declara abiertamente en la oración, está relacionada con el trabajo y la investigación de lo mismo, como un instrumento de conciencia y dignidad para el individuo.

Novena a San José

Oh S. José, mi protector y abogado, recurro a ti, para que me implores la gracia, por la que me ves gemir y suplicar ante ti. Es verdad que los sufrimientos presentes y las amarguras son

Rosario a San José
Rosario a San José

quizás el justo castigo de mis pecados. Reconociéndome culpable, ¿deberé por esto perder la esperanza de ser ayudado por el Señor? “¡Ah! ¡No!” – me responde tu gran devota Santa Teresa – “Ciertamente no, oh pobres pecadores. Dirigíos en cualquier necesidad, por grave que sea, a la eficaz intercesión del Patriarca S. José; id con verdadera fe a Él y seréis ciertamente escuchados en vuestras peticiones”.

Con tanta confianza, me presento, por tanto, ante Ti e imploro misericordia y piedad. Tú, en lo que puedas, oh san José, préstame socorro en mis tribulaciones. Suple mi falta y, poderoso como eres, haz que, obtenida por tu intercesión la gracia que imploro, pueda volver a tu altar para honrarte con mi reconocimiento.

Padre Nuestro – Avemaría – Gloria

No olvido, oh misericordioso S. José, que ninguna persona en el mundo, por gran pecadora que sea, haya recurrido a ti, quedando defraudada en la fe y en la esperanza puestas en ti. ¡Cuántas gracias y favores has obtenido a los afligidos! Enfermos, oprimidos, calumniados, traicionados, abandonados, recurriendo a tu protección han sido escuchados. No permitas, oh gran Santo, que yo sea el único, entre tantos, que quede privado de tu consuelo. Muéstrate bueno y generoso también hacia mí, y yo, dándote las gracias, exaltaré en ti la bondad y la misericordia del Señor.

Padre Nuestro – Avemaría – Gloria

Oh excelsa Cabeza de la Sagrada Familia, yo te venero profundamente y de corazón te invoco. A los afligidos, que te han rezado antes que yo, les concediste consuelo y paz, gracias y favores. Dígnate por tanto consolar también mi alma dolorida, que no encuentra descanso en medio de las injusticias de las que está oprimida. Tu, oh sapientísimo Santo, ves en Dios todas mis necesidades antes de que yo te las exponga con mi oración. Tu por tanto sabes muy bien cuán necesaria me es la gracia que te pido. Ningún corazón humano me puede consolar; de ti espero ser consolado, oh glorioso Santo. Si me concedes la gracia que con tanta insistencia yo pido, prometo difundir la devoción hacia ti, ayudar y apoyar las obras que, en tu Nombre, surgen para alivio de tantos infelices y de los pobres moribundos. ¡Oh S. José, consolador de los afligidos, ten piedad de mi dolor!

Padre Nuestro – Avemaría – Gloria