Las frases más bonitas del Papa Francisco

Las frases más bonitas del Papa Francisco

Se acerca la Navidad. Cada uno se prepara a su manera para esta importante y preciosa fiesta para todo cristiano. Descubramos las frases más bonitas del Papa Francisco dedicadas a la Navidad y dejémonos inspirar por ellas.

¿Por qué hemos querido recopilar las frases más bonitas de Papa Francisco en vista de la Navidad? Como cada año, la atmósfera navideña se empieza a sentir mucho antes de que lleguen las vacaciones. Especialmente para los creyentes, es importante comenzar temprano a volver nuestra mente y corazón a esta celebración que nos recuerda el nacimiento de Jesucristo, y con ella la renovación de la Alianza entre el Cielo y la Tierra. El tiempo de Adviento sirve precisamente para esto, para prepararse para la Navidad. El primer domingo de Adviento (este año cae el 29 de noviembre) coincide con el inicio del nuevo año litúrgico, y le siguen otros cuatro, caracterizados por celebraciones y oraciones especiales.

El Adviento es un tiempo de espera por la venida de Dios, de conversión porque, con la renovación del nacimiento de Jesús, está más cerca el Reino de los Cielos y de esperanza en la salvación eterna prometida.

Dios, por tanto, viene hacia nosotros, y nos toca a nosotros ir hacia él, con un camino espiritual hecho de oración, misericordia y predisposición hacia el prójimo.

El Papa Francisco nos invita a recordar precisamente esto, recordando la importancia del compromiso personal en la preparación para la Navidad y la necesidad de la misericordia para dar testimonio de este compromiso.

Para el Santo Pontífice, pocos momentos del año litúrgico son tan significativos para un cristiano como la Navidad. Este representa una oportunidad para acercarse y encontrarse con Dios y, como tal, debe vivirse con alegría, pero también con conciencia.

Cada año, el Papa pronuncia una homilía especial durante la Misa de Nochebuena. El tema cambia de año en año, y el Pontífice suele insistir en la solidaridad con los menos afortunados, en la esperanza, en la acogida de los que vienen de lejos, pero el espíritu general sigue siendo el de subrayar la alegría que la venida del Niño Jesús representa para todos nosotros.

De todos estos discursos se han extrapolado frases, que se han convertido en verdaderos eslóganes de amor y esperanza. Hemos recopilado algunos de ellos, para ti y para que puedas llevárselos a tus familiares y amigos, tal vez como felicitaciones navideñas, o simplemente para prepararnos juntos para la atmósfera de esta preciosa y única fiesta.

Sobre el nacimiento o el sacrificio de Jesús

Hemos dividido las frases más bonitas del Papa Francisco sobre la Navidad en diferentes grupos. El protagonista de las afirmaciones del Pontífice es muy a menudo Jesús, Santo Niño que nace en esta noche mágica para devolver la esperanza a todos los hombres, Salvador que recoge los pecados del mundo para liberar a la humanidad, Dios que se da a sí mismo por nuestra eterna salvación.

El Papa nos invita a caminar hacia Dios, mientras Él avanza hacia nosotros, para que la espera de la Navidad no sea solamente un estar parado pasivamente esperando la salvación, sino un verdadero camino de fe y compromiso personal. No basta con asistir a la Navidad, sino que debemos entrar a ella, convertirnos en parte integral de ella, entendiendo el verdadero significado, que puede enseñarnos a ser mejores hombres y a hacer nuestro mundo mejor. El Papa condena la guerra, el egoísmo, incluso la excesiva mundanería, que corre el riesgo de hacernos perder de vista lo que realmente importa en esta época del año y todos los días. También reivindica la importancia de la humildad: María y José eran personas humildes, y también lo eran los pastores que fueron los primeros en adorar y reconocer a Jesús. La Natividad se convierte en este sentido en el emblema de un reconocimiento nacido del amor de la gente sencilla y, precisamente por eso, más dispuesta a amar y creer, pero también en una invitación a permitir que Jesús renazca dentro de nosotros, a hacernos instrumentos de misericordia y vehículos de su amor.

Aquí están las frases más hermosas de Papa Francisco sobre la venida de Jesús y su sacrificio:

En Jesús, saborearemos el verdadero espíritu de Navidad: la belleza de ser amados por Dios.

En Navidad Dios se nos da totalmente a Sí mismo donando as su Hijo, el Único que es toda su alegría.

El mundo necesita ternura, bondad y mansedumbre.

La Navidad es la sorpresa de un Dios niño, de un Dios pobre, de un Dios débil, de un Dios que abandona su grandeza para hacerse cercano a cada uno de nosotros.

Acerquémonos a Dios que se hace cercano, detengámonos a mirar el belén, imaginemos el nacimiento de Jesús: la luz y la paz, la pobreza absoluta y el rechazo. Entremos en la verdadera Navidad con los pastores, llevemos a Jesús lo que somos, nuestras marginaciones, nuestras heridas no curadas, nuestros pecados.

Que el Espíritu Santo ilumine hoy nuestros corazones, para que podamos reconocer en el Niño Jesús, nacido en Belén de la Virgen María, la salvación que Dios nos da a cada uno de nosotros, a todos los hombres y todos los pueblos de la tierra

El pesebre nos muestra la señal que Dios nos ha dado: «Un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). Como los pastores de Belén, también nosotros vamos a ver esta señal, este acontecimiento que cada año se renueva en la Iglesia.

Con el nacimiento de Jesús nació una promesa nueva, nació un mundo nuevo, pero también un mundo que puede ser siempre renovado.

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Para los niños no es fácil de entender el espíritu de la Navidad. Sería agradable decirles el milagro del nacimiento de una manera sencilla.


Donde nace Dios, nace la esperanza. Donde nace Dios, nace la paz. Donde nace la paz, no hay lugar para el odio y para la guerra

El don precioso de la Navidad es la paz, y Cristo es nuestra paz verdadera. Y Cristo llama a nuestros corazones para darnos la paz. La paz del alma. Abramos las puertas a Cristo.

¡Este materialismo ha tomado a la Navidad como rehén! ¡Necesita ser liberada! El verdadero espíritu de la Navidad es la belleza de ser amado por Dios.

Jesús vino a morar entre nosotros, en medio de nuestros límites y nuestros pecados, para darnos el amor de la Santísima Trinidad. Y como hombre nos mostró el «camino» del amor, es decir, el servicio, hecho con humildad, hasta dar la vida.

Mirando al Niño del pesebre, Niño de la paz, pensamos en los niños que son las víctimas más frágiles de las guerras, pero también pensamos en los ancianos, las mujeres maltratadas, los enfermos… ¡Las guerras rompen y hieren muchas vidas!

Que el divino Niño, Rey de la paz, acalle las armas y haga surgir un nuevo amanecer de fraternidad en todo el continente, y bendiga los esfuerzos de quienes se comprometen por promover caminos de reconciliación a nivel político y social.

Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, nos ha nacido. Ha nacido en Belén de una virgen, cumpliendo las antiguas profecías. La virgen se llama María, y su esposo José. Son personas humildes, llenas de esperanza en la bondad de Dios, que acogen a Jesús y lo reconocen. Así, el Espíritu Santo iluminó a los pastores de Belén, que fueron corriendo a la cueva y adoraron al niño.

Jesús viene a nacer de nuevo en la vida de cada uno de nosotros y, a través de nosotros, sigue siendo un don de salvación para los pequeños y los excluidos.

En este niño, Dios nos invita a hacernos cargo de la esperanza. Nos invita a hacernos centinelas de tantos que han sucumbido bajo el peso de esa desolación que nace al encontrar tantas puertas cerradas. En este Niño, Dios nos hace protagonistas de su hospitalidad.

 

Sobre el amor de una madre

El Papa Francisco siempre ha mostrado una gran consideración por las mujeres y las madres, por su voluntad, por su coraje, por su amor. ¿Qué mejor momento que la Navidad para reivindicar la pureza y la fuerza de este amor? El Papa menciona a menudo a la Virgen María, madre de Jesús, que siempre se ha hecho pasar por una ‘embajadora’ entre la Tierra y el Cielo, precisamente en virtud de ese vínculo indisoluble y especial que la une a Dios a través de Su Hijo. María que ha dado a sí misma solamente por amor, por fe, que ha creído y esperado y sufrido en nombre de un bien inefable. Aquí, entonces, María se convierte en intermediaria, pero también y sobre todo en modelo cristiano de mujer y madre, una fuente de inspiración inestimable a la que mirar. El Papa también recuerda siempre cómo la Iglesia es una madre amorosa y atenta para todos sus fieles.

En el misterio de la Navidad, junto a María está la silenciosa presencia de San José, tal como es representada en todo pesebre. El ejemplo de María y de José es para todos nosotros una invitación a recibir y acoger, con total apertura del alma a Jesús, que por amor se ha hecho nuestro hermano. Él viene a traer al mundo el don de la paz.

Nos encomendamos a la intercesión de nuestra madre y de san José, para vivir una Navidad verdaderamente cristiana, libre de toda mundanidad, prontos a acoger al salvador, el Dios con nosotros.

Una madre genera la vida, lleva en su vientre durante nueve meses al propio hijo y después lo abre a la vida, generándolo. Así es la Iglesia: nos genera en la fe, por obra del Espíritu Santo que la hace fecunda, como la Virgen María. 

María «dio a luz a su hijo primogénito» (Lc 2, 7). María nos dio la Luz. Todo, esa noche, se convirtió en fuente de esperanza.

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La tradición evangélica habla de María principalmente como la “madre de Jesús” y como “Santísima Madre de Dios”

Las madres son el antídoto más fuerte a la difusión del individualismo egoísta. «Individuo» quiere decir «que no puede ser dividido». Las madres, en cambio, se «dividen», ellas, desde cuando acogen un hijo para darlo al mundo y hacerlo crecer.

La Virgen María es la «senda» que Dios mismo se preparó para venir al mundo. Confiamos a ella la esperanza de salvación y de paz de todos los hombres y las mujeres de nuestro tiempo. Nuestra Señora quiere traernos a todos el gran regalo que es Jesús; y con Él nos trae su amor, su paz, su alegría.

La Virgen María es el modelo de mujer según el Evangelio y según el Corazón de Dios, que la Iglesia y nuestras sociedades necesitan. Que ella sea una fuente de aliento e inspiración para ustedes.

Para crecer en la ternura, en la caridad respetuosa y delicada, nosotros tenemos un modelo cristiano a quien dirigir con seguridad nuestra mirada. Es la Madre de Jesús y Madre nuestra, atenta a la voz de Dios y a las necesidades y dificultades de sus hijos.

La Virgen María nos quiere traer también a nosotros, a todos nosotros, el gran don que es Jesús; y con Él nos trae su amor, su paz, su alegría. Así, la Iglesia es como María: la iglesia no es un negocio, no es una agencia humanitaria, la Iglesia no es una ONG, la iglesia está enviada a llevar a todos a Cristo y su Evangelio.