Discernimiento espiritual: qué es y cómo se practica - Holyart.es Blog

Discernimiento espiritual: qué es y cómo se practica

Discernimiento espiritual: qué es y cómo se practica

El discernimiento espiritual es un don de Dios que nos ayuda en el conocimiento de nosotros mismos y de la vida, y el Espíritu Santo es nuestro guía

El término discernimiento tiene un significado muy amplio, e incluso en el ámbito de la espiritualidad cristiana católica puede adoptar distintos significados según el contexto. En general, hablamos de discernimiento espiritual para referirnos a ese valioso proceso de conocimiento que nos permite orientarnos en el camino de la existencia, evaluar la realidad que nos rodea y los acontecimientos que se producen a la luz de la fe. Se trata de un don que nos otorga Dios mismo por medio del Espíritu Santo, que nos hace más conscientes de Su presencia en nuestra vida, más inclinados a escuchar Su voz para descubrir las razones de nuestra existencia.

En este sentido, el discernimiento se convierte en discernimiento vocacional, un proceso de exploración y descubrimiento personal orientado a comprender el propio llamado, el propio propósito en la vida. Pero no debemos creer que el discernimiento vocacional sólo concierne a los aspirantes a sacerdotes. Aunque a menudo se asocia con la elección de una vocación religiosa, el discernimiento vocacional puede aplicarse a cualquier esfera de la vida, como la carrera profesional, el servicio público o incluso las relaciones interpersonales.

Es importante subrayar que el discernimiento espiritual no es un proceso aislado, sino un camino continuo de crecimiento espiritual.

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Vocación sacerdotal y discernimiento

¿Cómo se puede saber si el llamado que se escucha en el alma es un llamado que nos lleva a Dios? Es precisamente el discernimiento el que viene en nuestra ayuda, esta escucha profunda e íntima que nos pone en contacto con nuestra espiritualidad y con el Señor, ayudándonos a comprender cómo podemos dedicarle nuestra vida, ya sea siguiendo viviendo entre los hombres y haciendo del mundo un lugar mejor cada día, ya sea abrazando la vocación sacerdotal y convirtiéndonos a todos los efectos en instrumentos de Su voluntad.

El camino del discernimiento vocacional es un viaje fascinante que comienza con el surgir de pensamientos que nos impulsan a explorar el significado más profundo de nuestra vida. Estos pensamientos, si son guiados por el Señor, nos llevarán a descubrir nuestra auténtica vocación. El camino vocacional requiere paciencia y atención y se desarrolla en diferentes etapas que corresponden a posteriores tomas de conciencia. Mientras tanto, es importante permanecer abiertos y acogedores ante lo que la vida nos ofrece, sabiendo que algunos pensamientos son sólo temporales y se desvanecerán con el tiempo. La búsqueda del propio llamado requiere tiempo, pero acabará conduciéndonos a nuevos horizontes y a una profunda realización personal.

En el camino de la vocación sacerdotal, el discernimiento vocacional juega un papel fundamental. La formación espiritual e intelectual, la participación en la misa, la asistencia a los sacramentos y la lectura y el estudio de teología, filosofía y otras disciplinas relevantes son sólo algunos de los aspectos que deben tenerse en cuenta en el camino hacia el sacerdocio. También será importante el acompañamiento espiritual por parte de un guía, un director espiritual o sacerdote, un mentor experto que pueda ofrecer consejo, orientación y apoyo durante el camino de discernimiento y ayudar al candidato a sacerdote a reflexionar sobre sus propias experiencias, discernir los signos de Dios en su vida y evaluar su idoneidad para el sacerdocio.

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Otro aspecto importante del discernimiento vocacional es la experiencia pastoral dentro de la comunidad de fe. Los candidatos a sacerdotes son animados a participar activamente en la vida de la parroquia, a asumir responsabilidades pastorales y a servir a los demás. Esto les da la oportunidad de poner a prueba sus inclinaciones y desarrollar las competencias necesarias para el ministerio sacerdotal.

Sólo después de estas experiencias y de un adecuado período de discernimiento profundo, el candidato que ha sentido clara y constantemente el llamado de Dios a la vocación al sacerdocio, toma la decisión de entrar al seminario. Durante el período en el seminario, el discernimiento continuará con el acompañamiento del rector y de los demás formadores.

El Espíritu Santo y el don del discernimiento

El Espíritu Santo es considerado el principal protagonista del discernimiento en la tradición cristiana. Él es el don de Dios a la Iglesia y actúa en la vida de los creyentes para guiarlos en la comprensión de la voluntad divina y en la toma de decisiones sabias y correctas. El discernimiento no es sólo un proceso intelectual o racional, sino que involucra a toda la persona en una dinámica espiritual, exigiendo apertura de corazón y disposición a escuchar la voz de Dios a través del Espíritu Santo. Es precisamente este último el que ilumina la mente, abre los ojos del corazón y confiere una profunda intuición espiritual. En la Biblia, el Espíritu Santo es presentado como el Consolador, el Consejero y el Maestro que ayuda a los creyentes en la comprensión de la verdad y en la toma de decisiones correctas. Mediante la presencia del Espíritu Santo, los creyentes pueden discernir entre el bien y el mal, entre la voluntad de Dios y los caminos del mundo.

El discernimiento está estrechamente relacionado con los dones del Espíritu Santo, es decir, aquellas cualidades y habilidades espirituales, aquellas «disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo», de modo que actúe en el bien. Entre los dones del Espíritu Santo que son particularmente relevantes en el contexto del discernimiento, podemos destacar el don de sabiduría, que permite discernir y evaluar las situaciones con una mirada espiritual, viendo las cosas desde la perspectiva de Dios; el don de ciencia, que ayuda a comprender en profundidad la verdad revelada por Dios y a discernir su voluntad; el don de consejo, que actúa sobre la inteligencia del hombre, iluminándolo en las elecciones morales.

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Luego está el discernimiento de espíritus, otro don del Espíritu Santo que permite reconocer y distinguir las diferentes influencias espirituales presentes en las situaciones y en las personas, ayuda a distinguir entre lo que procede de Dios, lo que es humano y lo que es de origen maligno.

Según la doctrina católica, el discernimiento es un proceso que involucra a todos los fieles, pero los obispos tienen un papel especial como guardianes y guías de la comunidad eclesial. Los obispos son considerados sucesores de los Apóstoles y han recibido la autoridad y la gracia para gobernar, enseñar y santificar al pueblo de Dios.

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Los obispos, en virtud de su consagración episcopal y de su comunión con el Papa, son considerados los principales responsables del discernimiento de la voluntad de Dios para la Iglesia y los fieles. Ellos tienen la tarea de enseñar la doctrina y la moral católicas, administrar los sacramentos y guiar a la comunidad en el crecimiento espiritual. En una palabra, son los custodios investidos por el Espíritu Santo con la tarea y las competencias para guiar al rebaño, en virtud del discernimiento espiritual y pastoral indispensable para alcanzar el conocimiento y la realización de la voluntad de Dios, en la que reside toda plenitud.
El discernimiento vocacional nace en el corazón y en la mente del obispo, a través de su profunda vida de oración, que caracteriza su íntima relación con Dios y lo hace firme en sus elecciones y comportamientos, tanto a nivel personal como eclesial. En el silencio de la oración, el Obispo aprende a reconocer la voz de Dios, accediendo a una verdad superior, inspirada por el Espíritu Santo.