Santos y santas que han cambiado el mundo

Santos y santas que han cambiado el mundo

La Historia de Europa y Occidente, tal como la conocemos, atraviesa una serie de continuas subversiones políticas, profundos cambios sociales, revoluciones económicas y de pensamiento. El estudio de todos estos fenómenos es la base de la comprensión histórica, y también debería ser el corazón y el motor de nuestra conciencia de ser habitantes de una parte del mundo que se ha definido a lo largo de los siglos, evolucionando y cambiando en virtud del pensamiento y las acciones de los hombres y mujeres que la poblaron.

En esta visión histórica, pero sobre todo toma de conciencia de los hombres de hoy hacia aquellos que vinieron antes que ellos y definieron las reglas del mundo en que se mueven, ciertamente no puede faltar la reflexión sobre una serie de figuras de santos y santas, que han dejado una huella profunda no solamente en asuntos estrechamente relacionados con la Iglesia y con la fe, sino también en la historia del pensamiento, en la evolución de la sociedad, en los acontecimientos políticos, económicos y humanos. Hablamos de hombres y mujeres con sorprendente fuerza espiritual, fe inquebrantable, y que en nombre de esta fe sacrificaron su propia existencia, renunciando a todo lo demás, inmolándose sólo a la voluntad de Dios, al bien de los hermanos. Pero queriendo elaborar una lista de estas magníficas personalidades, de estos modelos de comportamiento humano, civil y religioso, no podemos detenernos sólo en los mártires, en aquellos que han sacrificado sus vidas por la fe.

Deberíamos centrarnos especialmente en aquellas fuerzas espirituales y personalidades carismáticas que han contribuido a la cristianización de Europa y al nacimiento de la sociedad occidental. Santos y santas que han hecho del Cristianismo algo vivo y concreto, que va más allá del concepto abstracto de religión o filosofía. En el nombre de un Dios hecho hombre, han desafiado las armas del Amor y la Caridad, convirtiéndolas en las herramientas de una revolución espiritual y humana profunda, impactante, como es normal que sean las revoluciones. Esta revolución, manifestándose en forma de creación de nuevas maneras de concebir el monacato, o de relacionarse con la pobreza y con los últimos entre los últimos, o incluso de traducir los mensajes del Espíritu Santo, haciéndolos comprensibles y aceptables para todos, ha permitido a estos hombres y mujeres reunir poblaciones diversas, variadas e inconexas, y unirlas bajo la égida de un solo credo, una sola fe, una sola concepción de Dios y de la religión católica. Su modelo de vida y su ejemplo han sacado a la humanidad de la brutalización que siglos de guerra, invasiones, decadencia habían puesto a prueba. Gracias a ellos, el Cristianismo ha asumido el papel y el valor inconmensurable de un faro brillante erigido para iluminar siglos de oscuridad e incertidumbre.

¿Y hoy en día? Hoy más que nunca, nuestro mundo necesita santidad, en la renovada decadencia de las costumbres y valores en que se encuentra toda la raza humana, en las paradojas indiscutibles que ahora se elevan a la normalidad, universalmente dadas por sentado. En una época dominada por el progreso, por la filosofía del beneficio a toda costa, sentimos la falta de figuras de hombres y mujeres capaces de cuestionar todo, a partir de ellos mismos, y de trastornar al mundo con sus capacidades de ir más allá, de elevarse por encima de la confusión, del caos, de la velocidad vertiginosa, obligándose a reflexionar, pensar, amar y mostrar a los demás cómo esto todavía es posible.

Queremos elaborar una lista de santos y santas que han cambiado el mundo, y para ello seguiremos el ejemplo presentado por Marina Motta, monja y estudiosa, en el libro “Carismatica Europa. Come i santi hanno rivoluzionato la storia dell’Occidente” (Città Nuova). Este libro presenta una galería de retratos de hombres y mujeres sorprendentes por su posición moral, fortaleza espiritual y el impacto que sus elecciones y acciones tuvieron en el nacimiento de Europa y la civilización occidental. Así, la estudiosa examina a San Cirilo y San Metodio, dos hermanos devotos y sabios, que proporcionaron un punto de encuentro entre Oriente y Occidente, conduciendo a la evangelización los pueblos eslavos; San Benito de Nursia, creador de una nueva forma de dedicar su vida a Dios, con su Regla; San Francisco y Santa Clara, quienes trajeron a los eclesiásticos entre la gente, para practicar la caridad. Pero también hay místicos que escribieron lo que el Espíritu Santo les sugirió, como Hildegarda de Bingen, los jesuitas, quienes con su actividad misionera llevaron el mensaje evangélico a todo el mundo, y así sucesivamente. Por lo tanto, no solamente los hombres y mujeres individuales, sino también los movimientos y las órdenes religiosas, que han plasmado a la cultura y la sociedad, han influido en la política, han dirigido la historia, fortalecidos por su fe, sus convicciones, su increíble carga humana y espiritual.

San Benito (480-547)

Cruces y medallas de San Benito
Mas de 100 Cruces de San Benito

Fundador de la orden Benedictina y considerado el padre del monacato occidental, fue el iniciador de una nueva forma de concebir la vida monástica. Su amor por Dios, su deseo de vivir en Su contemplación y en Su servicio, se tradujo inicialmente en una experiencia de vida eremítica, pero pronto lo llevó a crear una comunidad de hombres reunidos por su mismo anhelo espiritual, por la caridad fraterna. De esta manera pudo sacar provecho del patrimonio de la tradición monástica y eremítica oriental, combinándola con los valores del mundo latino, que corría el riesgo de perderse debido a las invasiones bárbaras y el declive del Imperio Romano. De su ejemplo y siguiendo su Regla, nacieron muchos centros de oración, pero también de cultura y asistencia para los pobres. En estos lugares se practicaba la oración individual y comunitaria, en la que se acompañaba el trabajo por el bien de la comunidad, en un ambiente de alegría y servicio mutuo. La soledad del ermitaño se transformó así en una comunión de hombres, con su intención, su fuerza y su fe, que proporcionaron un ejemplo de gran impacto y fuerza para toda la humanidad del tiempo y de los siglos siguientes.

Santos Cirilo y Metodio

Cirilo y Metodio fueron dos hermanos nacidos en Tesalónica a principios del siglo IX. Por orden del Patriarca de Constantinopla, partieron a evangelizar a los pueblos de Panonia y Moravia, traduciendo las Sagradas Escrituras al glagolítico, un dialecto creado especialmente por ellos para que sean comprensibles para todos los pueblos eslavos. De esta manera, dieron la posibilidad a las poblaciones a quienes llevaron a cabo su labor de evangelización, de comprender y hacer suya la Palabra de Dios. Su misión y su sacrificio crearon un puente entre Oriente y Occidente destinado a fortalecerse a lo largo de los siglos.

San Domingo (1170-1221)

Santo Domingo de Guzmán fue un religioso español, fundador de la Orden de Predicadores. Profesó un estilo de vida dedicado a la oración, el estudio, la caridad y la pobreza, y donó todas sus posesiones, incluidos sus libros, a los que estaba extraordinariamente ligado, como sabio, para ayudar a los pobres hambrientos. Su celo apostólico y su espíritu de sacrificio se manifestaron sobre todo en su posición contra las herejías cátaros y valdenses. Muchos herejes fueron convertidos por él.

Francisco de Asís (1181 o 1182-1226)

San Francisco
San Francisco de pie Francesco Pinton 38 cm

San Francisco de Asís supo prever con una increíble visión de futuro y lucidez lo que habría sido la evolución de la Iglesia a lo largo de los siglos, la difusión del mensaje del Evangelio, la fe que recorre las calles de un mundo que, en su momento, aún era pequeño, pero de lo cual él percibió la grandeza, la variedad. Su amor por Jesús y por la Iglesia lo llevó a renunciar a todo, dedicando su vida a la oración, el trabajo y la predicación. Votado a la pobreza, anhelaba volver a lo mismo para toda la Iglesia, siguiendo el ejemplo de Cristo, y esto, si por un lado lo hacía impopular con algunos de sus contemporáneos, por otro lado, nos hace percibir la excepcional modernidad de su pensamiento, de su visión. En esta dimensión de pobreza y sacrificio, él quería seguir los pasos de Jesús, que sabía reconocer a cada hermano sufriente y necesitado. Su mensaje de amor y fraternidad nos ha llegado con sorprendente intensidad y vivacidad. A él le debemos el fundamento de las órdenes mendicantes, unidas por el voto de pobreza y la práctica de recoger limosnas como la única forma de sostenimiento.

Clara de Asís (1193-1253)

Santa Clara
Estatua madera Santa Clara con Ostensorio pintada

Discípula de Francisco, ella siguió el ejemplo, renunciando a una vida cómoda y feliz para sacrificarse en nombre de un ideal de pobreza y servicio a los enfermos y necesitados. Su convicción en este sentido fue tan inquebrantable, a pesar de los muchos intentos de devolverla a un estilo de vida más apropiado para una mujer joven, que finalmente obtuvo del Papa el privilegium paupertatis, es decir la facultad de elegir no tener propiedades. En esta imposición autoinducida, Clara escribió su Regla, y fue la primera mujer en lograr tal hazaña. Su Regla también estaba garantizada a sus compañeras, pero no a las monjas que vinieron después de ellas, pero aún representa un precedente de considerable impacto social y filosófico.

Hildegarda de Bingen (1098-1179)

Rosario devocionale Santa Brigida
Rosario devocionale Santa Brigida

Otra mujer que representó a una figura prominente en la espiritualidad medieval fue Hildegarda de Bingen, mística y teóloga, sabia y una mujer de conocimiento ilimitado. Transcribió sus muchas visiones, primero en notas, luego en numerosos libros. Pero no se limitó a ser un instrumento del Espíritu Santo, “trompeta de Dios”, como ella misma se definió. Dejó numerosos textos de teología, filosofía, moral, hagiografía, ciencia, medicina, cosmología. También fue un delicado poeta y músico de gran sensibilidad. Sobre todo, muchas personalidades de la época, de la cultura, pero también de la política, acudieron a ella para pedirle consejo, y con algunas de ellas, Hildegarda tuvo un intercambio epistolar denso. Una mujer de gran encanto y carisma, que dejó una huella indeleble en la evolución de la Iglesia y del conocimiento, pero también de la historia de su tiempo.

Santa Brígida de Suecia (1303-1373)

Santa Brígida, una sueca religiosa y mística, fundadora de la Orden del Santísimo Salvador, es con Santa Catalina de Siena y Santa Teresa Benedicta de la Cruz, una de las santas patronas de Europa. Mística y portavoz de Dios, dedicada al ascetismo y la vida contemplativa, recibió muchas revelaciones de Jesús, la Virgen y algunos santos. Les contó estas revelaciones a sus padres espirituales. A menudo se referían a eventos históricos contingentes o futuros, y esto le generó una fama considerable. A través de sus revelaciones, Santa Brigida a menudo condenaba a las autoridades políticas y religiosas, promoviendo fervientemente el regreso a una vida más cristiana. Su predicación para traer de vuelta el Papado de Aviñón a Roma, su intención de reformar la Iglesia, devolverla a una mayor integridad y moralidad, la convierten en una figura moderna de gran fortaleza e importancia.

Santa Catalina de Siena (1347-1380)

Santa Catalina
Santa Catalina 160 cm fibra de vidrio pintada

Santa Catalina, religiosa, teóloga, filósofa y mística, dividió su existencia entre el servicio a los pobres y los enfermos, para ella un intermediario auténtico para encontrar a Dios, y la actividad de sabia, que se materializó en un denso Epistolario dirigido al Papa y a otros hombres poderosos de su tiempo, en la edición de Oraciones y del “Diálogo de la Divina Providencia”, una de las obras maestras de la literatura mística medieval. Esto es aún más sorprendente teniendo en cuenta que ella no tenía cultura. Votada desde su juventud a una vida ascética, en sus veinte años tuvo una visión en la que recibió de Jesús el anillo del matrimonio místico. Atenta a lo que pasaba a su alrededor, a los acontecimientos históricos que trastornaban al mundo, identificó en la Iglesia y en el Papado en particular la salvación para todos los cristianos y todos los hombres. Sus cartas de consuelo, consejo y exhortación, dirigidas a soberanos, condotieros y literatos, ejercitaron un efecto increíble en muchos eventos y controversias.

Santa Juana de Arco (1412-1431)

Juana jugó un papel fundamental en la Guerra de los Cien Años y, en general, en el clima de profunda crisis política causada por el Cisma de Occidente y por los contrastes entre Francia e Inglaterra.

Se presentó como paladína de su tierra, enviada por Dios, y dirigió el ejército francés en la batalla. Traicionada por su propio rey y dejada en manos del enemigo, fue quemada en la hoguera por hereje. Su ejemplo, llegado hasta nosotros, testifica que el amor por el propio país puede ser considerado un valor cristiano; que siempre es necesario luchar por la verdad, y no por el poder; que la lucha es el mejor remedio para resolver disputas y terminar controversias.

Santa Teresa de Ávila (1515-1582)

Mística y religiosa española, fue una de las protagonistas de la Reforma católica, a la que dio una profunda contribución con sus escritos. También fue la fundadora de las monjas y frailes Carmelitas Descalzos, que optaron por dedicar toda su vida a la oración, más bien, transformar la vida misma en oración.

Fue la primera mujer reconocida como Doctora de la Iglesia y contribuyó a la renovación de la Iglesia misma, ofreciendo un nuevo modelo de caridad e interpretación del Evangelio, y una elección de vida religiosa hecha de austeridad y alegría, rigor, soledad, en una profunda unión entre la vida mística y la vida apostólica. Su mirada siempre estaba atenta y fija en las necesidades de la Iglesia, y así predicaba a sus Hermanas.

Santa Catalina de Génova (1447-1510)

Perteneciente a una noble e influyente familia genovesa, dejó todo como resultado de una crisis religiosa, y votó toda su existencia a Cristo crucificado como la más alta manifestacion del amor de dios. Siguió su vida como mística y religiosa, junto con su esposo, y es recordada por su misericordia hacia los pobres y los enfermos. A través de las obras de caridad y misericordia, dirigidas a los humildes, infelices, parias, apestados, ella vivió la experiencia del Amor de Dios, con total coraje y abnegación.

Santa Ángela de Mérici (1474-1540)

Fundadora de la Compañía de Santa Úrsula, o de las monjas conocidas como Ursulinas, la primera congregación secular de mujeres nacidas en la Iglesia, se preocupó por dar una oportunidad a aquellas mujeres que, sin querer o no poder casarse, ni siquiera sentían que querían entrar en el monasterio. Así creó a las vírgenes consagradas en el mundo, que vivían fuera de la protección del convento, en la familia o en el hogar, permaneciendo fieles a Cristo, llevando una vida de penitencia y manteniendo su propio trabajo.

San Camilo de Lelis (1550-1614)

Fundador de los Camilianos,  Orden de Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos, consagrados al cuidado de los enfermos. Él mismo, después de haber llevado a cabo una existencia disoluta sin un objetivo, después de un encuentro con San Felipe Neri, maduró su vocación para atender a los enfermos después de una larga estancia en el Hospital de los Incurables, en Roma. San Camilo dedicó el resto de su vida a tratar y cuidar a los enfermos. Él y sus hermanos vivieron de acuerdo con los votos de pobreza, castidad y obediencia, a los que agregaron un cuarto voto, el de “perpetua asistencia corporal y espiritual a los enfermos, aunque apestados”. Su lema era: el cuerpo delante del alma, el cuerpo para el alma, ambos para Dios. El símbolo de la cruz roja que llevaban en sus ropas se convirtió en un símbolo de cuidado y asistencia para los demás.

San Vicente de Paúl (1581-1660)

Presbítero francés, fue el fundador de congregaciones religiosas dedicadas a obras de caridad y misericordia, como la Congregación de la Misión (“Lazaristas”), las “Damas de la caridad” y las “Hijas de la caridad”.

Identificó la visión de Cristo pobre en los pobres, en los últimos, y dedicó su vida y su misión a devolverles la dignidad y la esperanza, la posibilidad de recuperarse de su condición y de trabajar.

Además de servir a los pobres, San Vicente votó su propia existencia a la evangelización de los campos. En ambos casos, logró dirigirse a las personas de una manera sencilla y clara que podían entender, y no dejaba de prestar atención a sus necesidades contingentes. Otro objetivo fue la formación de sacerdotes capaces de apoyar su papel tanto de embajadores del Evangelio, como apoyo real y práctico para los necesitados.

San Alfonso María de Ligorio (1696-1787)

San Alfonso fue obispo y fundador de la Congregación del Santísimo Redentor. Un hombre de intelecto y estudio, siguió la carrera forense con resultados brillantes, antes de convertirse y votar por su vida en la iglesia. Escribió obras literarias y teológicas y también fue un compositor de melodías que se hicieron famosas, como el villancico Tu scendi dalle stelle. Un teólogo atento a la moralidad, pero también consciente de las limitaciones de los hombres, estaba atento a la causa de los humildes, de aquellos que habían sido abandonados por todos. A la actividad caritativa, acompañó la de formación para sacerdotes y catequistas, difundiendo con su discurso sencillo y concreto la necesidad de nutrir a la Iglesia, renovándola desde sus fundamentos, para devolverla a una dimensión más vinculada a Cristo, más sujeta a la voluntad del Padre.

San Juan Bosco (1815-1888)

Don Bosco, religioso y pedagogo, dedicó su vida, en particular, a la educación y el cuidado de los jóvenes, especialmente de los más desfavorecidos, interviniendo desde una edad temprana para que sean adultos conscientes y devotos. Para educarlos usaba la razón, la religión, la bondad, donde, hasta entonces, la severidad y la autoridad habían sido las únicas herramientas pedagógicas consideradas válidas. Una educación basada en el amor, el respeto, la alegría y un modelo de vida para ser proporcionado a los chicos. Considerado un “santo social”, fue el fundador de las congregaciones de los Salesianos y de las Hijas de María Auxiliadora.

Charles de Foucauld (1858-1916)

Charles de Foucauld
Tapiz Charles de Foucauld 40×30 cm

Después de una existencia imprudente y después de viajar como explorador en Marruecos, Carlos de Foucauld descubrió su vocación. Desde ese momento, su mensaje y su misión se convirtieron en amor universal, un concepto de fraternidad y caridad que abarcaba a todos los pueblos. Se consideraba a sí mismo “hermano de todos”, y como tal vivía, distribuyendo misericordia, difundiendo un mensaje de amor y tolerancia entre los nómadas del desierto y dondequiera que lo llevaran sus viajes evangelizadores.

Santa Teresita (1873-1897)

También conocida como Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, Thérèse Françoise Marie Martin fue una monja Carmelita y una mística. Patrona de los misioneros y de Francia, fue la creadora de la teología del «caminito o pequeña vía». Teresa proponía la búsqueda de la santidad, a través de pequeños gestos diarios, realizados en el amor de Dios. Su abnegación, su total abandono a la voluntad del Padre, fueron su manera de estar cerca de Jesús. Sus instrumentos, además de la oración, la fe, el silencio y las privaciones, que las conducirán a la enfermedad y la muerte, fueron la solidaridad y la caridad hacia el prójimo.

Edith Stein, Santa Teresa Benedicta de la Cruz (1891-1942)

Patrona de Europa junto con Catalina de Siena, Brígida de Suecia, Benito de Nursia y Cirilo y Metodio, Edith Stein fue una religiosa, pero también discípula filósofa de Husserl y feminista ante litteram. De origen judío, fue una teóloga y mística, y como monja dedicó su vida a María. Su martirio en Auschwitz la convirtió en un personaje emblemático, símbolo de una era de horrores, pero también de profundos cambios espirituales y filosóficos, de los cuales ella fue la protagonista y defensora.