Decoraciones navideñas para exteriores: las iluminaciones

Decoraciones navideñas para exteriores: las iluminaciones

En el ámbito de la religión cristiana, la luz siempre ha tenido un valor simbólico muy importante. Esto se demuestra por el uso documentado desde los orígenes del fuego como parte de las celebraciones, y la difusión de velas y cirios no solamente como fuente de iluminación en las iglesias, sino como ofertas votivas y elementos fuertemente conectados a los momentos más significativos de la vida de un fiel.

Desde este punto de vista, la tradición de decorar la casa con las iluminaciones con motivo de las fiestas navideñas adquiere un valor que trasciende la simple satisfacción estética, la mera voluntad de sorprender y maravillar a los vecinos con una exhibición de luces de colores y parpadeantes.

La casa, cubierta de bombillas pulsantes que crean juegos intermitentes y aligeran la oscuridad de la noche, se convierte en un lugar mágico, una especie de punto de referencia no sólo para la familia que vive allí, sino también para aquellos que, al pasar, la ven. Decorar el exterior de la casa iluminándola con luces de colores es un regalo para todo el vecindario, una alegría compartida, como si los habitantes de la casa quisieran hacer partícipes del clima de alegría, felicidad y calidez que la Navidad trae consigo, también a sus vecinos.

Las iluminaciones navideñas tienen el poder de hacer que todos se sientan como niños. Es imposible permanecer indiferente ante sus brillantes juegos, que se persiguen en la niebla de las noches frías que preceden a la Navidad. La luz triunfa en las noches de fiesta, eliminando malos pensamientos, preocupaciones, miedos. Trae consuelo y alegría en la Fiesta de todas las Fiestas, dando la bienvenida en un abrazo festivo a quien se detenga a admirar sus evoluciones y colores. De repente, incluso el frío parece menos intenso, la noche menos oscura, como si un enjambre de pequeñas hadas luminiscentes se hayan dado una cita para perseguirse unas a otras alrededor de las barandillas de los balcones, entre las ramas de los árboles en los jardines, entre las frondas de abeto y las bayas de acebo que decoran puertas y ventanas. Es realmente una fiesta, para todos.