San Oronzo y el busto milagroso

San Oronzo y el busto milagroso

Primer Obispo de Lecce, San Oronzo fue predicador y taumaturgo. Salvó a la ciudad de la peste en el siglo XVII y del terremoto de 1743, razón por la cual los habitantes de Lecce le rinden una especial devoción y afecto

San Oronzo, vivido en el siglo I d.C., fue el primer obispo de Lecce, ciudad de la que aún hoy es patrón. Muy querido en Salento por los numerosos milagros que se le atribuyen, cuenta la leyenda que fue el propio San Pablo quien lo nombró obispo. Hijo de padres paganos, llevaba una vida tranquila, trabajando como tesorero del emperador. Un día, mientras cazaba con su sobrino, se topó con un barco naufragado en el tramo de costa que posteriormente se convertiría en la playa de San Cataldo, cerca de Lecce. El hombre era Ticio Justo, que, en camino desde Corinto en nombre de San Pablo, el Apóstol de los gentiles, para entregar una Carta a Roma, había sido sorprendido por una tormenta que había hecho naufragar su barco en aquella orilla.

Oronzo, que entonces aún se llamaba Publio, quedó atónito ante las palabras de aquel hombre, que le habló de Jesús, de Su parábola humana y divina, del Dios único y misericordioso. Quiso abrazar la fe, se bautizó y tomó el nombre de Oronzo, «resucitado». Entonces se unió a Justo y comenzó a predicar la Palabra, pero ambos fueron arrestados tras ser denunciados por sacerdotes paganos ante el pretor. Como se habían negado a ofrecer sacrificios a Júpiter, fueron encarcelados y fustigados. Más tarde, Justo quiso que Oronzo y su sobrino Fortunato le siguieran a Corinto para encontrarse con Pablo. Fue en aquella ocasión cuando San Pablo, impresionado por el fervor de aquel hombre, lo consagró primer Obispo de Lecce y Salento, nombrando como su sucesor a Fortunato. Justo permaneció a su lado, incluso cuando regresaron a Apulia y comenzaron a predicar y a convertir a mucha gente. El emperador Nerón desencadenó una nueva y terrible persecución contra los cristianos, que obligó al Obispo y a sus compañeros a abandonar Lecce. Llegaron a Ostuni y Turi, luego a Siponto, Potenza y Taranto, y Oronzo se distinguió por su habilidad como predicador, pero también por sus cualidades de taumaturgo. Finalmente fueron arrestados de nuevo, llevados de vuelta a Lecce y condenados a muerte. La ejecución tuvo lugar tras once días de prisión y tormentos, a tres kilómetros de Lecce, el 26 de agosto del año 68 d.C. Una matrona cristiana, Petronilla, hizo recoger sus cuerpos y los escondió en su casa de campo. Aquí luego se erigió el Santuario de San Oronzo extramuros, que los habitantes de Lecce llaman La Capu de Santu Ronzu.

El culto a San Oronzo en Lecce

Los santos patronos de Lecce Oronzo, Justo y Fortunato se celebran cada año del 24 al 26 de agosto. Según la leyenda, poco antes de morir, San Oronzo pronunció estas palabras: «Semper protexi et protegam”, «Siempre te he protegido y te protegeré». Para los habitantes de Lecce de entonces y de siempre, ésta era una promesa clara de que siempre podrían contar con la protección especial de San Oronzo y de sus compañeros de martirio. Fue el obispo Luigi Pappacoda quien dedicó el patronato de Lecce a los tres santos. El culto al Santo creció aún más después de 1656, cuando se dice que apareció sobrevolando la ciudad y derrotó a la peste que estaba diezmando a la población. El momento de reavivamiento del culto a San Oronzo en el siglo XVII se conoce como el reavivamiento oronziano.

A San Oronzo, patrón de Lecce, se le atribuyen también numerosos milagros, en particular curaciones de quienes acudían a arrodillarse ante la lámpara de San Oronzo, lámpara votiva que arde en el altar dedicado a él.

También se le atribuye la salvación de Lecce durante el terrible terremoto de 1743, y fue precisamente en esa ocasión cuando se instituyó la fiesta dedicada a él.

El milagro del busto de San Oronzo

Con motivo de la milagrosa aparición del patrón de Lecce, que vino a salvar a la ciudad de la peste, se fabricó un medio busto de plata. Guardado habitualmente en el museo diocesano de Lecce, se expone en ocasiones especiales en el altar mayor de la Catedral. Cuenta la leyenda que el busto de San Oronzo, encargado en Nápoles al platero de Lecce Domenico Gigante, fue fundido varias veces porque siempre tenía un defecto cerca de la ceja. Hasta que una noche el Santo se apareció al artista en sueños y le mostró una pequeña cicatriz junto a la ceja incriminada, fruto de un accidente en su juventud. El medio busto de San Oronzo es destino de una asidua peregrinación y en torno a él se han recogido innumerables exvotos, desde la época de la peste hasta nuestros días.

También la gran estatua de bronce que representa al Santo con la mano bendiciendo, colocada sobre una columna de casi 30 metros de altura, es objeto de gran devoción por parte de los habitantes de Lecce.