Misa Crismal y bendición de los Santos Óleos - Holyart.es Blog

Misa Crismal y bendición de los Santos Óleos

Misa Crismal y bendición de los Santos Óleos

La Misa Crismal celebra el misterio de la Iglesia, su unidad y su comunión, en vista de la Pascua. También es la ocasión en que se consagran los Santos Óleos

La Misa Crismal se celebra durante la mañana del Jueves Santo o la tarde del Miércoles Santo. Generalmente tiene lugar en la catedral y está presidida por el Obispo, que pronuncia una homilía especial al final de la cual los sacerdotes de la Diócesis renuevan la promesa que hicieron el día de su Ordenación religiosa. En este sentido, la Misa Crismal representa una especie de reunión solemne, en la que participan el Obispo, los presbíteros y toda la asamblea de fieles, expresando una unidad de fe e intentos que trasciende las diferencias de edad, clase social, color de piel e historia personal. De hecho, es precisamente en esta variedad donde reside la riqueza de la Iglesia, compuesta por religiosos y laicos, todos diferentes entre sí, pero unidos en la fe y el amor a Dios.

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La bendición de los Santos Óleos

Otro aspecto muy importante de la Misa Crismal es que, durante la celebración eucarística, el obispo consagra los santos óleos, destinados a los Sacramentos del próximo Año Litúrgico. Estos óleos se distribuirán después a las distintas parroquias y se guardarán en vasos sacros específicos. Se trata del crisma, utilizado para los bautismos, la confirmación y la ordenación de sacerdotes y obispos; el óleo de los catecúmenos, utilizado en el bautismo; y el óleo para la unción de los enfermos.

El crisma, en particular, es el aceite de oliva perfumado con bálsamo y bendecido, que durante el bautismo consagra al bautizando y sanciona su entrada en la gran familia de la Iglesia. Se utiliza para ungir la cabeza. En la Confirmación, en cambio, el sacerdote moja el dedo en el crisma y dibuja con él una cruz en la frente del confirmando, imprimiendo en ella el símbolo del Espíritu Santo que desciende sobre él para infundirle la fuerza de ser ‘soldado’ de Cristo. Por último, durante la Ordenación sacerdotal, las palmas de las manos de los presbíteros y la frente de los obispos son bañadas con el crisma.

El óleo de los catecúmenos, en cambio, declara que el bautizando se ha convertido en un luchador de la fe, en un paladín de la cristiandad, como símbolo de fuerza y firmeza contra la tentación y el pecado. En la antigüedad, el óleo se utilizaba para ungir los miembros de los atletas y luchadores. Con el óleo de los catecúmenos, el sacerdote traza una cruz en el pecho y otra entre los omóplatos de los bautizados.

Por último, el óleo de los enfermos se utiliza para impartir la extremaunción o ungir a los enfermos, de hecho, para aliviar el sufrimiento físico y espiritual.

En el contexto de la Misa Crismal, el óleo vertido se convierte en símbolo de la llamada a la fe y a la vocación religiosa, tanto para los sacerdotes como para los simples fieles. El óleo se convierte en gracia santificante, que desciende sobre todos unificándolos, pero también se convierte en portador de caridad, de un mensaje universal de apertura hacia el prójimo, de amor prodigado con generosidad y sin escatimar esfuerzos. El hecho de que el óleo sea perfumado representa un himno a la belleza de la vida y a los numerosos e inconmensurables dones que recibimos y que estamos llamados a disfrutar junto con quienes los comparten con nosotros.

Misa Crismal y Pentecostés

La Misa Crismal tiene orígenes muy antiguos, que se remontan al menos al siglo VII d.C., y está vinculada al misterio Pascual, al sentido de unidad y comunión que la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús simbolizan para todos los cristianos. Por encima de todo, esta ceremonia celebra la íntima y profunda comunión que une a todos los que forman parte de la Iglesia, simples fieles, diáconos, presbíteros, hasta el obispo, todos los bautizados, los confirmados, todos los ‘ungidos’ por el Espíritu Santo a través de los Sacramentos. En este momento de fraternidad y comunión, se renueva el misterio de Pentecostés, con la celebración del descenso del Espíritu Santo y el nacimiento mismo de la Iglesia. 50 días después de la resurrección de Jesús, en el Shavuot judío, fiesta relacionada con la tierra y la cosecha, María, los apóstoles y todos los discípulos de Jesús se habían reunido para orar juntos, y fue entonces cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos en forma de lenguas de fuego, dando poder a los apóstoles para llevar la Palabra por todo el mundo. Aquella multitud reunida en nombre de la memoria de Jesús y del amor a Él fue el primer núcleo de la Iglesia católica, bendecida por el Espíritu Santo. Del mismo modo, los sacerdotes y fieles reunidos en la Misa Crismal renuevan aquel momento de comunión e investidura de fe.

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