Los siete sacramentos de la tradición cristiana

Los siete sacramentos de la tradición cristiana

Los Sacramentos, y especialmente la eucaristía, se consideran el origen y la máxima expresión de toda la vida cristiana.

Se pueden definir como la manifestación visible y tangible de la Gracia divina dada por Cristo y ofrecida a la Iglesia. A través de ellos, el Espíritu Santo participa en la vida de los fieles, elevándola a una nueva conciencia y dignidad y santificándola. Todos los sacramentos fueron instituidos por Jesús y confiados por él a la Iglesia, que los considera invertidos con su valor intrínseco, desconectado de los méritos y la dignidad de la persona que los celebra. Tienen un valor como tal, independientemente del mérito espiritual del sacerdote que los imparte. De hecho, es Cristo quien actúa a través del ministro. En algunos casos, el mismo fiel se convierte en ministro del Sacramento, como en el Bautismo, a través del cual se convierte en parte de la Iglesia o en el Matrimonio.

Desde los albores del cristianismo, los Sacramentos servían para poner a los fieles en comunión con Jesús. Se trataba de rituales y gestos sagrados, los cuales, con el tiempo, han alcanzado su definición y diferenciación entre las distintas confesiones de fe. El propósito de los Sacramentos es: fortalecer la fe, hacer un verdadero culto a Dios, santificar a los hombres, confirmar y manifestar la comunión eclesial.

Método de interpretación

La Iglesia Católica Cristiana reconoce siete Sacramentos, divididos en Sacramentos de Iniciación Cristiana, Curación y al Servicio de la comunión y la misión. Estos Sacramentos, todos queridos por Jesús, han sido confirmados en el tiempo en su razón de ser por las Sagradas Escrituras y difundidos por los Padres de la Iglesia.

Después del Concilio Vaticano II, se han identificado varios métodos de interpretación de los Sacramentos, que examinan los diversos aspectos de vez en cuando: Método de interpretación clásico, refiriéndose a la primera definición de los mismos, es decir signos de Gracia, instituidos por Jesucristo y confiados a la Iglesia por la salvación de los hombres; Método de interpretación sacramental o simbólico, que analiza el alcance simbólico, comparando los diversos componentes que los determinan, los humanos y los divinos, considerándolos como manifestaciones visibles de la voluntad invisible de Dios; Método de interpretación histórico-salvífico, que los coloca dentro de la visión salvífica deseada por Cristo para los hombres, signos tangibles de la Nueva Alianza entre Dios y el Hombre, colocados por Cristo en la historia del hombre; Método de interpretación verbal, que observa sobre todo los aspectos lingüísticos y comunicativos de los Sacramentos, centrándose en la relación entre palabra y realidad, significante y significado, llegando a la afirmación de que el Sacramento realiza lo que expresa; Método de interpretación personalista, que los ve como un punto de encuentro de la comunidad de los fieles en su interior y con Cristo, que esta interpretación es más que nunca un intermediario entre los hombres y Dios y él mismo el instrumento de Salvación y Redención, el fiel comunica con Él en comunión con la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, de la cual es parte integral; Método de interpretación pneumatológico, que reconoce en los Sacramentos la presencia vivificante del Espíritu Santo, que trasciende gestos, lenguaje, palabras, todos los rituales relacionados con la esfera humana, haciéndolos signos efectivos y auténticos de la presencia de Cristo, haciendo también todos los participantes elementos indispensables para la manifestación de salvación, parte integral del Sacramento como expresión de la voluntad divina; Método de interpretación liberador, que ve a los Sacramentos como instrumentos de liberación, símbolos de libertad, declaración de intenciones para todos aquellos que quieren unirse a Cristo en la lucha contra la injusticia, en nombre de la misericordia, la ayuda mutua, del actuar en nombre del bien común; Método de interpretación unitario, que examina todos los Sacramentos de una manera holística, combinando la dimensión personal con la de la Fe, insertando el Sacramento en la vida cotidiana de los fieles, como elemento preponderante e inseparable.

Los siete sacramentos

Los siete sacramentos son:

Bautismo, Eucaristía, Confirmación (Sacramentos de Iniciación Cristiana), gracias a los cuales los fieles entran a la Iglesia y confirman su participación en ella y la unión con Cristo;

Penitencia o Reconciliación y Unción de los Enfermos (Sacramentos de Curación), que fortalecen a los fieles en momentos de dificultad, en todas aquellas situaciones que ponen a prueba su fe con pruebas físicas y morales difíciles de superar;

Orden y matrimonio (Sacramentos al servicio de la comunión y la misión), que hacen que el fiel sea un miembro activo en la creación y propagación de la Iglesia en el mundo, o en la forma de una familia o como una comunidad cristiana.

Sacramentos en otras iglesias

La Iglesia Ortodoxa también reconoce siete sacramentos: crismación, eucaristía, penitencia o confesión, orden, matrimonio, unción de los enfermos. Los ortodoxos definen los sacramentos como ‘Misterios’. Representan el punto de encuentro entre la Gracia divina, invisible e intangible, y los ‘signos’ visibles y reales diseñados para hacerlo accesible a los fieles

Las iglesias protestantes reconocen solamente los sacramentos instituidos directamente por Jesús, es decir, el bautismo y la Santa Cena. En particular, esta última no corresponde a la Eucaristía católica. Sólo celebra el recuerdo de la última cena de Jesús y no implica la transubstanciación del pan y el vino.