Hay lugares que parecen hechos a propósito para despertar la devoción. Se trata de contextos en los que es posible percibir claramente el signo de la presencia de Dios, directa o indirecta, ya que cuando un lugar es frecuentado a lo largo del tiempo por muchos devotos, cuando las oraciones y súplicas de los fieles resuenan en él durante siglos, es como si estuviera impregnado de Fe. El Santuario de la Virgen de la Corona es uno de esos lugares, y en él la sugerencia evocadora dada por la larga historia de culto y veneración, se une al encanto del escenario en el que uno se encuentra. De hecho, el Santuario se eleva 774 metros sobre el nivel del mar en un hueco excavado en Monte Baldo, en la frontera entre Caprino Veronese y Ferrara di Monte Baldo, en la provincia de Verona. Parece haber sido colocado allí por la mano de Dios, encerrado en la roca milenaria de la montaña, que lo protege y, al mismo tiempo, lo extiende hacia el cielo. Debajo se abre un precipicio vertiginoso y la vista abarca todo el valle del Adigio.
Estatua pintada a mano por artesanos de la Val Gardena.
El Santuario de la Virgen de la Corona ha sido destino de peregrinaciones de Fe durante siglos. En el pasado sólo se podía llegar a pie mediante un camino a través del bosque. El desnivel de 600 metros y los 1.500 escalones no desanimaban a los peregrinos, que afrontaban el sugerente recorrido en oración, según una tradición que a lo largo de los siglos se ha convertido en un auténtico ritual.
Hoy una carretera asfaltada hace que el Santuario sea más accesible para todos, ofreciendo también un panorama inimitable a quien se acerca en coche. El contexto particular hace del Santuario de la Virgen de la Corona no sólo un lugar de oración, sino también de meditación y recogimiento interior inmerso en la naturaleza.
Hay innumerables lugares de peregrinación en todo el mundo. Esto se debe a que la peregrinación de Fe siempre ha sido de gran importancia. La peregrinación es un viaje recorrido en una doble vía: por un lado, un viaje físico, que lleva a visitar lugares fuertemente impregnados por la presencia de Dios y por la fe de quienes los han visitado antes que nosotros, a lo largo de los siglos. Por otra parte, es un viaje interior por el camino del espíritu, una experiencia de crecimiento y de toma de conciencia que hace más completa nuestra vida de cristianos y de hombres. Hoy en día es más fácil viajar para ir en peregrinación a los lugares de la Fe, pero pensemos en el peligroso viaje que en su día tuvieron que afrontar muchos devotos, para ir a Tierra Santa o a otros lugares de culto a muchos kilómetros de distancia de sus hogares. Esta es también la razón por la cual, con el tiempo, se han desarrollado formas devocionales como el vía crucis, para dar la posibilidad, incluso a aquellos que no podían viajar, de rememorar eventos particulares de la vida de Jesús o de los Santos, sin tener que acudir físicamente a los lugares donde ocurrieron.
Otro Santuario destino de intensas peregrinaciones al que hemos dedicado un artículoanterior es el dedicado a San Miguel Arcángel, en Monte Sant’Angelo, en la provincia de Foggia, erigido en el lugar donde según la tradición, el Santo Guerrero entre los Arcángeles apareció 5 veces.
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Historia de la Virgen de la Corona
El Santuario de la Virgen de la Corona nació como eremitorio en el siglo XV. La primera iglesia fue construida en 1530 para celebrar la aparición de la estatua de Nuestra Señora de los Dolores. Se trata de una pequeña efigie de piedra pintada que representa a la Virgen que sostiene a Cristo muerto en su vientre. Según la leyenda, durante el sitio de Rodas por los turcos en 1522, esta efigie, que se encontraba en la ciudad tomada por el enemigo, apareció milagrosamente en este mismo lugar.
En 1625 la iglesia se eleva a la dignidad de Santuario, gracias al interés de los caballeros de Malta que financiaron la construcción de un nuevo edificio. Con el tiempo, el Santuario ha sufrido diversos reajustes, ha sido ampliado, enriquecido con la fachada gótica y bellas estatuas de mármol, hasta alcanzar su aspecto actual. Ahora la iglesia tiene 30 m de largo y 20 m de ancho, coronada por una cúpula de 18 m de altura y un campanario altísimo.
Una escalera realizada a imitación de la Scala Santa de la Archibasílica de San Juan de Letrán en Roma evoca el camino recorrido por Jesús durante los terribles momentos de la Pasión. Para subirla, los peregrinos deben apegarse a la tradición que consiste en arrodillarse en cada uno de los veintiocho escalones y realizar un momento de recogimiento y oración por cada una de las etapas de la Pasión.
El Santuario se encuentra a 1,5 km de la localidad de Spiazzi. Para llegar a él, puedes tomar la salida Affi, a lo largo de la autopista del Brennero. Como hemos dicho, hoy en día existe una carretera asfaltada que permite llegar cómodamente, pero muchos peregrinos prefieren seguir los pasos de sus antecesores y recorrer a pie el camino por los antiguos caminos y escaleras.
Se puede elegir si partir de Spiazzi y seguir el camino del Vía Crucis marcado por cruces de madera y estatuas de bronce realizadas por Raffaele Bonente, hasta la reconstrucción del Sepulcro de Jesús, o desde Brentino Belluno, a lo largo del llamado Camino de la Esperanza (Sentiero della Speranza en italiano), que permite admirar un paisaje realmente asombroso.
Para aquellos que eligen salir de Spiazzi, alternativamente, hay un cómodo servicio de transporte que se detiene a lo largo del camino.
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