El 5 de mayo se celebra la onomástica del Santo de Pietrelcina. Descubrimos el sugerente nacimiento de la devoción del Padre Pío y a la Virgen de Pompeya
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Es bien sabido que San Pio da Pietrelcina es uno de los santos más amados y venerados en Italia y más allá. Su fama de taumaturgo, además del ejemplo de su propia existencia marcada por la oración, el sacrificio y la entrega total a los demás, le valieron una devoción popular que comenzó cuando aún vivía. Cada año, miles de personas visitan el Santuario del Padre Pío en San Giovanni Rotondo, uno de los lugares de peregrinación más famosos del mundo. En este artículo queremos centrarnos en el Padre Pío y la Virgen de Pompeya, un aspecto que por un lado subraya el profundo amor que el Santo llevó a lo largo de su vida hacia la Santísima Virgen, por otro lado, habla de un fascinante evento milagroso ligado a su figura.
El Santuario de Padre Pío en San Giovanni Rotondo
¿Qué impulsa a miles de personas a visitar el Santuario de Padre Pío en San Giovanni Rotondo cada año?…
Padre Pío y el Santuario Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya
Recordemos que durante toda su vida el Padre Pío fue Apóstol del Rosario. Amaba inmensamente esta práctica devocional, que recitaba varias veces al día, y siempre llevaba consigo un Santo Rosario, envuelto alrededor de su mano o brazo. Incluso en su muerte sostuvo el Rosario en su mano. Como todos sabemos, el Rosario es la oración devocional y contemplativa más difundida y recitada por los cristianos de todo el mundo, especialmente por la posibilidad que se le atribuye de recibir indulgencias, gracias a la intercesión de Nuestra Señora.
Durante su vida el Padre Pío peregrinó al Santuario Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, uno de los santuarios marianos más importantes y visitados de Italia, al menos en tres ocasiones, la primera cuando tenía apenas catorce años, junto a su maestro en ese momento y a algunos compañeros de estudios.
Luego regresó allí en 1911, cuando era un joven sacerdote en el convento de Venafro, y nuevamente en 1916, durante una licencia de convalecencia.
La correlación entre la Virgen y la rosa
Era el 20 de septiembre de 1968 y el Padre Pío vivía sus últimos días en el mundo. Habían pasado cincuenta años desde que recibió los Estigmas y uno de sus devotos le ofreció una canasta de rosas rojas para celebrar el aniversario. El Santo, conmovido, tomó una y se la entregó, pidiéndole que se la trajera como ofrenda a la Virgen de Pompeya. El devoto fue encantado de complacerlo y se encargó de que la rosa se colocara justo frente a la imagen de la Virgen. Tres días después, el Padre Pío había muerto, y una monja, al quitar las flores frente a la efigie de la Virgen, notó que, si bien todas las flores se habían marchitado, la rosa del Padre Pío aún estaba fresca, más bien, incluso se había cerrado de nuevo en un capullo fragante. Informado del milagroso acontecimiento, el prelado obispo del Santuario de Pompeya quiso que se depositara en un precioso relicario en el que aún hoy se conserva.
En nuestra tienda encontrará muchos artículos, en particular pinturas, rosarios, estatuas, que recuerdan esta historia de devoción y celebran el vínculo entre el Padre Pío y la Virgen de Pompeya.
El Aroma de rosa de Padre Pío
Las apariciones y visitas espirituales del Padre Pío siempre se han caracterizado por aromas y olores particulares. Ya en su vida, su persona y su ropa emanaban distintos olores, como lo atestiguan muchas personas que lo conocieron. Estos perfumes se esparcían como un rastro de olor a su paso, permaneciendo en las habitaciones donde se había alojado.
Después de su muerte, el perfume se convirtió en su forma de transmitir mensajes a sus devotos. En particular, el aroma de rosa sería el elegido por el Padre Pío para manifestar su presencia a quienes invocan su ayuda. Sin embargo, no todos pueden oler este aroma. Muchos de los que dicen haberlo oído afirman también haber sido beneficiados por el Santo de una gracia para sí mismo o para algún ser querido.