Santos peregrinos: 8 santos protectores de peregrinos y viajeros

Los santos peregrinos son santos para quienes la experiencia de la peregrinación fue tan significativa que se convirtió en la razón misma de su santidad

¿Quiénes son los santos peregrinos? La práctica religiosa de la peregrinación tiene orígenes muy antiguos y ha sido una herramienta de devoción y penitencia muy utilizada por los cristianos de todos los tiempos. Nacida inicialmente como una experiencia de conversión, la peregrinación empujaba a los fieles a cuestionar sus vidas, dejando todo lo conocido y cierto que las caracterizaba, para ir como exiliados y forasteros a tierras lejanas, donde habían tenido lugar hechos sagrados, o en lugares de peregrinación y culto. De ahí la etimología de la palabra peregrino, del latín peregrīnus «extranjero». Pensemos, por ejemplo, en aquellos que fueron a Tierra Santa a visitar los lugares de la vida y muerte de Cristo.

Más tarde, la peregrinación se convirtió en una experiencia penitencial reservada a aquellos que, especialmente entre los miembros del clero, eran culpables de crímenes infamantes. En la Alta Edad Media estos hombres tuvieron que vagar por tierras inhóspitas, descalzos y desnudos, a menudo encadenados, viviendo de la limosna, siguiendo los pasos de Caín hasta expiar su culpa ante los ojos de Dios y de los hombres. Posteriormente, el deambular sin rumbo fue sustituido por el deseo de llegar a un determinado lugar sagrado o lugar de culto, del cual el peregrino llevaba las insignias. Rasgos distintivos: el bordón, bastón grande y largo con un mango curvo que servía para apoyarse y ayudarse a caminar, y una escarcela, una pequeña bolsa de cuero que llevaban colgada al cuello o al cinturón, en la que ponían sus pocas pertenencias.

Con el tiempo los dos tipos de peregrinación, devocional y penitencial, acabaron superponiéndose y confundiéndose cada vez más, mientras aumentaban los lugares de peregrinación: además de Tierra Santa y Roma, muchos peregrinos elegían Santiago de Compostela en Galicia, donde se decía que había sido sepultado el apóstol Santiago, y luego Canterbury.

Si hasta el año 1000 las peregrinaciones eran generalizadas, pero limitadas por la falta de seguridad de los caminos y por la incertidumbre de los tiempos, a partir del Jubileo de 1300 querido por Bonifacio VIII se convirtieron en una práctica común para todos los cristianos.

Pero, ¿quiénes fueron los principales santos peregrinos y por qué los recordamos? Sería un error decir que los santos peregrinos se convirtieron en santos sólo porque fueron los protagonistas de una peregrinación. Más bien, es posible que la peregrinación haya dado a algunos de ellos la oportunidad de revelar su propia santidad con pensamientos y obras. Veamos algunos de ellos.

Santiago el Mayor

Santiago fue uno de los doce apóstoles. También fue uno de los tres apóstoles que presenciaron la transfiguración de Jesús. La iconografía lo representa con bastón, alforja, sombrero de peregrino, la concha símbolo del Camino de Santiago, que todos los peregrinos debían recoger en las playas de Galicia para demostrar que habían llegado hasta allí. ¿Quién mejor que él puede personificar el espíritu de los peregrinos, de los que es patrón? Decapitado por Herodes Agripa, sus restos fueron llevados a las costas de Galicia, en un lugar que más tarde se denominó campus stellae, «campo de la estrella». Muchos episodios milagrosos tuvieron lugar aquí, y el lugar se convirtió en uno de los principales lugares de peregrinación de la Edad Media. Aún hoy, miles de peregrinos recorren el Camino de Santiago de Compostela.

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San Roque

De origen francés, Roque perdió a ambos padres siendo muy joven y decidió donar sus bienes a los pobres y emprender un peregrinaje rumbo a Roma. Durante el viaje ofreció ayuda y consuelo a los enfermos de peste y a los pobres, y por esto ganó fama de santo. Así como Santiago, además de santo peregrino, es recordado entre los santos a los que recurrir contra las enfermedades.

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San Cristóbal

Incluso San Cristóbal, el santo de quien se dice que era un gigante, es considerado patrón de los peregrinos y, en general, de todos los oficios relacionados con el transporte, como barqueros, trabajadores pendulares, maleteros, ferroviarios. Es uno de los catorce Santos Auxiliadores que se invoca con ocasión de graves catástrofes naturales o epidemias.

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San Benito José Labre

Nacido en una familia muy pobre, fue rechazado por muchos monasterios, antes de decidir convertirse en un Vagabundo de Dios y emprender un viaje por Europa, tocando los principales santuarios y predicando el Evangelio, en la más absoluta pobreza. Al llegar a Roma vivió durante algún tiempo bajo un arco del Coliseo, pero luego su salud se deterioró y murió a la edad de 35 años. Su reputación como hombre santo era tal que miles de personas asistieron a su funeral.

Santa Gertrudis de Nivelles

Santa patrona de los peregrinos, pero también de los gatos (se la consideraba protectora contra las invasiones de ratones…) era de origen noble, pero ingresó en el convento renunciando a casarse con el rey Dagoberto II de Austrasia y se convirtió en abadesa. Dio un gran impulso a la cultura y se dedicó a la evangelización de las tierras germánicas.

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Santa Brígida de Suecia

Mística sueca, patrona de Suecia y copatrona de Europa, se casó y tuvo ocho hijos, pero tras enviudar se dedicó a los pobres y necesitados y peregrinó mucho a los lugares que albergaban las reliquias de los santos, especialmente en Italia y en Tierra Santa. Fundó la Orden del Santísimo Salvador. Dejó muchas revelaciones recibidas de Jesús, la Virgen María y algunos santos.

Santa Bona de Pisa

Patrona de los auxiliares de vuelo y guías turísticos. Habiendo ingresado de niña en el convento, a los catorce años se fue a Tierra Santa, y más tarde también visitó Santiago de Compostela. Dedicó su vida a ayudar a los peregrinos en sus viajes, especialmente a los que se dirigían al santuario español.

San Sebaldo

Príncipe danés, rompió su compromiso con una princesa después de hacer una peregrinación a Roma, y ​​desde entonces ha dedicado su vida al evangelizador de Franconia. Enterrado en Núremberg, ciudad de la que es patrón, a menudo se le representa con un bordón, un rosario y una concha. Su tumba pronto se convirtió en un destino de peregrinación.