La vida de María después de la Resurrección de Jesús

La vida de María después de la Resurrección de Jesús

¿Qué le ocurrió a la Virgen después de la Resurrección de Jesús? Investigamos la vida de María a través de los Evangelios, hasta el día de su Asunción al Cielo

¿Qué le ocurrió a María, la madre de Jesús, después de la muerte y Resurrección de Su hijo? Los Evangelios no nos dicen mucho al respecto, sólo algunos indicios que nos permiten reconstruir parcialmente la vida de María tras los trágicos acontecimientos de Jerusalén. La tradición posterior ha intentado reconstruir sus movimientos de forma más o menos fantasiosa. Si nos atenemos a las Sagradas Escrituras, debemos deducir que la Virgen permaneció en aquella ciudad con los Apóstoles, y en particular con San Juan Apóstol, a quien Jesús la había encargado a punto de morir. En el mismo Evangelio de Juan leemos: «Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: «Mujer, he ahí tu hijo». Después dijo al discípulo: «He ahí tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa» (Juan 19,26-27).

De este pasaje tenemos dos pistas: María se quedó con el discípulo predilecto de Jesús, aquel apóstol Juan, hermano de los apóstoles Simón Pedro y Andrés, autor del Cuarto Evangelio, y presumiblemente fueron a vivir a la ciudad de Éfeso, donde se estableció Juan. En efecto, según los testimonios de Ireneo de Lyon y Polícrates de Éfeso, San Juan, después de haber permanecido un breve tiempo en la isla de Patmos, se trasladó a Éfeso, en la actual Turquía, y se fue a vivir a una casa situada en una colina deshabitada. Cuando llegó el momento de su muerte, el Señor lo advirtió y Juan cavó una tumba en forma de cruz y se acostó en su interior. En aquel agujero desapareció envuelto en una gran luz y en un dulce perfume. Sus discípulos lo enterraron, pero contaron que en los días siguientes la tierra colocada sobre el sepulcro seguía levantándose, como movida por un aliento. De ahí el nombre dado a la colina: aya soluk, «aliento sagrado».

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Pero antes de llegar a Éfeso sabemos que María y Juan permanecieron en Jerusalén con los demás apóstoles hasta el día de Pentecostés. En los Hechos de los Apóstoles (Hechos 2,1-11) leemos el episodio: María y todos los Apóstoles estaban en el mismo lugar cuando «De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse». Podemos afirmar que María es el corazón mismo de Pentecostés, ella que siempre ha intercedido ante Dios por los hombres, y que participa en el descenso del Espíritu Santo, casi un catalizador, que hizo posible con su gracia la investidura de los Apóstoles y la promesa de esperanza para todos los hombres.

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La Casa de María en Éfeso

En Éfeso se levantaba la casa de Nuestra Señora. O eso se presume, si realmente María Madre de Dios fue a vivir a esta ciudad en sus últimos años. De hecho, existe un lugar de culto en Éfeso, La Casa de la Virgen María, en turco Meryem Ana Evi, visitada cada año por al menos un millón de peregrinos, tanto cristianos como musulmanes. Fue descubierta a finales del siglo XIX por un grupo de investigación compuesto por religiosos y laicos y dirigido por la hermana Marie de Mandat-Grancey, monja francesa devota de María y obsesionada por encontrar el lugar donde vivió. Fue ella quien partió de las indicaciones dejadas por la mística alemana Ana Catalina Emmerick, que había tenido visiones sobre María y San Juan y su vida tras la Resurrección de Jesús. En un libro publicado en Múnich en 1852, la mística había contado que había visto la casa, y que estaba hecha de piedras rectangulares, con grandes ventanas, formada en dos partes, con el hogar en el centro. Ana Catalina Emmerick también había dicho dónde se erigía la casa: « La morada de la Virgen no estaba en Éfeso mismo, sino dos o tres horas más lejos, en una altura donde se habían refugiado otros cristianos venidos de Palestina y algunas mujeres parientas de María. Desde esta altura y Éfeso corre en muchas vueltas un arroyo. La altura termina casi a pico en Éfeso, la cual se ve, viniendo desde el Sudeste, en una altura que parece junto a ella… De la ciudad partían varias sendas hacia la altura, llena de vegetación salvaje, sobre la cual había una extensión como de una hora de camino».

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La mística Maria Valtorta también afirmó haber tenido visiones y conversaciones detalladas con María y Jesús. Sor Marie comparó los escritos de las dos mujeres y, siguiendo las indicaciones que en ellos aparecían, descubrió el lugar donde se erigía la casa de María, en una colina a las afueras de la ciudad. Aquí, algunos años antes, el sacerdote francés Julien Gouyet ya había encontrado los restos de una construcción que había relacionado con la historia de María. Al realizar excavaciones se descubrieron los restos de una casa originaria del siglo I, sobre los cuales se había erigido la primera basílica dedicada a María en el siglo V. Los habitantes del lugar llamaron a aquellas ruinas Panaya Kapulu, «Puerta de la Virgen». La monja compró el terreno, que inmediatamente se convirtió en destino de peregrinaciones e incluso de indulgencias plenarias por voluntad del Papa San Juan XXIII y de otros pontífices posteriores.

Lonely Pilgrim with backpack walking the Camino de Santiago in Spain, Way of St James

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