La Novena es una forma devocional cristiana que se practica generalmente en vista de un evento religioso o una festividad particularmente importante, como Navidad, Pascua, Inmaculada o Pentecostés. Consiste en recitar durante nueve días consecutivos una oración particular, o diferentes oraciones, dirigidas a Dios, pero por lo general dirigidas a solicitar la intercesión de Nuestra Señora, de un Santo o de los ángeles para tener consuelo, protección, pedir una gracia o la resolución de un problema particular.
La Novena, que toma su nombre del latín medieval ‘novenus’, surge de la petición de Jesús a sus discípulos para orar después de su muerte mientras esperaban que el Espíritu Santo se manifestara. Así, Nuestra Señora y los Apóstoles oraron juntos durante nueve días, desde su Ascensión hasta Pentecostés, cuando el Espíritu Santo finalmente descendió sobre ellos. Este episodio, reportado en los Hechos de los Apóstoles, dio lugar a esta práctica, particularmente valiosa para aquellos que están en una situación de problemas y sufrimiento para ellos o para alguien que aman. Jesús ya había revelado lo que era necesario hacer para encontrar la paz: “orar siempre sin desanimarse” (Lc 18,1). Orar con humildad, con absoluta confianza, sin creer que la oración sea una especie de fórmula mágica que resolverá todos los problemas por medio de la magia, pero conscientes del hecho de que, al orar, nos estamos confiando a Dios y su infinita misericordia.
En este contexto, nace y se desarrolla la práctica de una forma particular de Novena: la Novena a María que desata los nodos. Un nombre extraño, pero que encarna perfectamente el espíritu de aquellos que se están preparando para recitar esta oración en particular y enfrentar el camino espiritual que requiere.
La imagen de María que desata los nudos expresa muy bien la necesidad de los fieles de recibir ayuda de la Santísima Virgen para resolver un problema, encontrar consuelo y solución en una situación particularmente difícil. En una palabra, desatar un nudo que le impide vivir bien, que bloquea su vida, interrumpiendo el flujo natural. Los nodos que pueden crear incomodidad son de varios tipos y entidades. Algunos nudos los llevamos por años sin siquiera saberlo, otros son heridas abiertas y aparentemente incurables, que envenenan nuestros días. Una pelea con un miembro de la familia, una falta de comunicación o respeto, un niño enfermo o presa de un vicio que consume su vida, alguien que amamos y que se ha alejado de Dios, el dolor causado por un niño que toma drogas, que está enfermo o que se ha ido de casa, y aún sentimientos de culpa por los errores cometidos en el pasado, enfermedades incurables, depresión, conciencia de haber pecado de una manera que consideramos sin perdón. Con esta Novena, se pide a la intercesión de María que desata cualquier nudo que nos cause dolor. Esto puede ser un problema relacionado con la vida cotidiana, el trabajo, un problema familiar, un pariente enfermo o, más bien, una situación de malestar físico o mental, una pelea personal con una pareja, un hijo o un padre. Cualquiera que sea el nudo que nos impide vivir con serenidad, lo que hace que nuestros días sean pesados y gravosos, podemos pedirle a María que nos ayude a desatarlo para encontrar la paz. María es especialmente adecuada como referencia para una oración de este tipo, que siempre ha sido considerada como la Madre de todas las madres, el punto de referencia para aquellos que se han perdido en un mar tempestuoso y oscuro y vagan ciegos en busca de una estrella para guiarlos. No es coincidencia que San Bernardo de Claraval se refiriera a ella como “Estrella del Mar”.
La primera Novena de María que desata los nudos fue escrita en 1998 por un sacerdote argentino, Juan Ramón Celeiro. Con su sensibilidad pudo expresar la devoción de muchas personas, incluso alejadas de la Iglesia, que pudieron encontrar en María la ayuda y la intercesión necesarias para resolver sus problemas. María, la Virgen y la Madre consoladora y misericordiosa, ha abierto sus manos y su corazón a aquellos que han sido capaces de creer y confiar en ella. Inmediatamente apreciada y autorizada por la Iglesia, esta Novena se difundió rápidamente, especialmente gracias al Cardenal Bergoglio, luego Papa Francisco, quien la sostuvo de inmediato.
¿Cómo se reza la Novena a María que desata los nudos?
La Novena de María que desata los nudos se recita por nueve días consecutivos como preludio o cola del Santo Rosario. Primero necesitas hacer la Señal de la Cruz y recitar el acto de contrición. En este punto, con el alma predispuesta a la oración, nos dirigimos a María recitando la “Súplica a María que desata los Nudos”. Alternativamente, la súplica se puede recitar al final del Rosario. Esta oración se encuentra en un folleto especialmente compilado para ayudar a los fieles en su práctica devocional.
Entonces comienza el Rosario real, con las tres primeras decenas, la Meditación correspondiente a cada día de la Novena, las dos últimas decenas, seguidas por el “Salve Regina” y otra oración a María que desata los nudos. Pero, en realidad, el esquema puede variar según las posibilidades y condiciones de quienes rezan. Lo importante es la actitud con la que uno se dispone para orar. Si bien hay que evitar pensar en la oración como una especie de fórmula mágica, cubriendo las palabras o la forma en que se recitan de una importancia totalmente externa, carente de profundidad espiritual, por otro lado, es necesario contar con plena confianza a la oración y los efectos que esperamos lograr con esa.
En esta como en cualquier otra práctica, lo que importa es cómo nos colocamos, con humildad, disponibilidad, el alma abierta, elevada a Dios, el espíritu libre de dudas y vacilación. Somos suplicantes, y como tal hay que recurrir a Ella que, en su infinita bondad y amor, puede resolver nuestros problemas sólo si estamos dispuestos a confiar en su ayuda.