La Virgen siempre ha sido vista como la mediadora ideal entre los hombres y Dios, ella la que, por su propia naturaleza, puede llevar a los oídos del Padre Celestial nuestros dolores, las aflicciones, las oraciones de sus hijos.
Con el título de María Auxiliadora, del ‘Auxilium’ se quiso desde la antigüedad homenajear a esta excepcional figura de mujer, que con su virtud, su gracia y su vida dedicada a la abnegación y al sufrimiento mereció el título de ‘madre’ de todos los cristianos.
Fue el mismo Jesús quien indicó a ella como madre de la humanidad, mientras ella asistía con impotencia, a los pies de la cruz, su agonía. Un legado difícil, muy doloroso, que esta mujer ha aceptado sobre sí misma con el habitual espíritu de sacrificio. Consoladora de los afligidos, por tanto, refugio de los pecadores, y auxilio de los cristianos, en una totalidad de amor y misericordia que sólo desde una madre se puede esperar.
Nacido bajo Pío V (1566-1572), el culto de María Auxiliadora conoció a su verdadera consagración en el siglo XIX, mediante dos grandes figuras del catolicismo: Bartolo Longo y San Juan Bosco.
En particular San Juan Bosco, gran educador e innovador de Turín, atento a los problemas de la juventud, fue uno de los más devotos apóstoles del culto de María Auxiliadora. Fue él quien construyó la basílica de María Auxiliadora en la ciudadela salesiana de Valdocco. Además empató al culto de María Auxiliadora los Institutos religiosos y las Congregaciones que fundó: los Salesianos de don Bosco, las ‘Hijas de María Auxiliadora’ y los ‘Cooperadores Salesianos’.
Por esta razón María Auxiliadora también es conocida como la ‘Virgen de Don Bosco’ y la Familia Salesiana está vinculada indisolublemente a esta figura de madre salvadora.
María Auxiliadora es Patrona de Australia católica, China, Argentina, Polonia. En particular su devoción está muy extendida en los países eslavos.