Jubileo de los Jóvenes 2025: una semana dedicada a los Peregrinos de la Esperanza que cambiarán el Mundo
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Mientras el verano hace estragos, haciendo que nuestros días sean cada vez más calurosos, Roma se prepara para acoger el corazón vibrante de la juventud mundial. Del 28 de julio al 3 de agosto de 2025, Roma abrirá sus brazos a una multitud de jóvenes en movimiento, listos para transformarse en una ciudad-símbolo de la fe, del encuentro, del futuro. Calles, plazas y basílicas cobrarán vida con diferentes lenguas, cantos, pasos, preguntas que exigen respuestas, jóvenes vidas ardientes que reclaman un futuro para el mundo.
El Jubileo de los Jóvenes se entrelaza con el gran aliento del Jubileo 2025, y comparte su tema: “Peregrinos de la esperanza”. Pero en los jóvenes, esta esperanza se convierte en impulso, intuición, urgencia. Es un llamamiento dirigido a todos, ciertamente, pero en los chicos y chicas que llegarán a Roma, cansados, entusiasmados, llenos de vida, adquiere la fuerza de una promesa. La de un mundo nuevo, aún por construir.
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Si todos los fieles son peregrinos, los jóvenes lo son de un modo radical, casi ontológico. Porque llevan dentro la semilla de la inquietud, de la espera, del deseo que no se acomoda. Son caminantes por vocación: buscan no sólo caminos que recorrer, sino horizontes que inventar. Son los que siguen creyendo, incluso cuando el mundo que les rodea parece haberse rendido. Los que no se detienen, ni siquiera ante las ruinas. Ser peregrinos de la esperanza, para ellos, no es un ejercicio de devoción. Es un acto de fe en el futuro. Un acto de coraje. Es elegir cada día no rendirse al cinismo, a la resignación, a la apatía.
En ellos, la Iglesia no sólo ve el mañana: ve un presente que ya puede cambiar el mundo. Un presente hecho de ideas nuevas, de preguntas sinceras, de manos dispuestas a construir. Porque la esperanza no es una espera pasiva. Es una fuerza que se abre camino, que se agita, que empuja hacia adelante. Es el canto de los que caminan incluso con los zapatos rotos, porque saben que la meta es digna del camino.
En el Jubileo 2025, los jóvenes serán la luz del alba, la luz que precede al día y lo anuncia. Serán profetas con vaqueros y una sonrisa, santos imperfectos pero obstinados, discípulos de la alegría, incluso cuando todo alrededor parezca temblar.
Serán, y ya son, peregrinos de la esperanza no porque conozcan el camino, sino porque creen que merece la pena buscarlo juntos.
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Las fechas del Jubileo de los Jóvenes ya están grabadas en el corazón de miles de chicos y chicas. Será una semana de encuentros, abrazos, viajes y palabras pronunciadas bajo el resplandeciente cielo del verano romano. El programa del Jubileo 2025 no será sólo una agenda, sino un mapa del corazón: cada cita será un paso hacia algo más grande, un susurro de eternidad.
Fechas Jubileo de los Jóvenes 2025
Las fechas del Jubileo 2025 están marcadas por miles de chicos y chicas con la tinta de la expectación desde hace ya muchos meses. Del 28 de julio al 3 de agosto, siete días que se anuncian como un paréntesis suspendido en el tiempo, en el que Roma hablará las lenguas del mundo y sus callejuelas se llenarán de mochilas, guitarras, canciones y pasos cansados pero llenos de luz. El Jubileo de los Jóvenes 2025 está pensado para corazones jóvenes, para los que sueñan a lo grande, para los que buscan algo que merezca la pena vivir. En un verano en el que todo puede parecer vacaciones, la Iglesia propone una alternativa: unas vacaciones del alma, en las que el encuentro con Dios y con el otro se convierte en la experiencia más verdadera. Y Roma, con sus basílicas milenarias, con sus piedras que hablan, con sus amaneceres sobre los puentes y sus noches perfumadas de jazmín, será el escenario perfecto para este viaje espiritual. Cada día un mensaje, una señal, una llamada.
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Jornada Mundial de la Juventud
El Jubileo de los Jóvenes no nació de la nada: es hijo y continuación de la Jornada Mundial de la Juventud, la famosa JMJ que desde hace décadas reúne a las nuevas generaciones del mundo en torno al Papa. Es el fruto maduro del sueño de Juan Pablo II, que vio en la juventud no un problema que gestionar, sino una promesa que abrazar. La Jornada Mundial de la Juventud ha cruzado océanos, desafiado crisis, unido rostros y banderas, creado lazos que han trascendido fronteras y guerras. Hoy, en pleno Jubileo 2025, esa misma energía se renueva con una nueva luz.
Porque los jóvenes no son espectadores de la Iglesia: son la Iglesia viva, en marcha, en ebullición. El Jubileo será para ellos no un acontecimiento a seguir, sino una experiencia a encarnar. Serán protagonistas, testigos, portadores sanos de esperanza. Y en un mundo desgarrado por la incertidumbre y la soledad, será su voz – alegre, rebelde, enamorada – la que reavivará el futuro.
Las citas jubilares vinculadas a la JMJ 2025 serán un taller de paz, un taller de belleza, donde reflexionaremos juntos sobre la justicia social, sobre la ecología integral, sobre el diálogo entre culturas. Porque la santidad, hoy, tiene el rostro de la solidaridad concreta.
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Programa del Jubileo de los Jóvenes
El programa del Jubileo de los Jóvenes 2025 será como un gran viaje por etapas, una peregrinación generalizada por el corazón vivo de Roma, que día tras día se concretará en gestos, palabras y encuentros.
Comenzará el lunes 28 de julio, con la llegada de los peregrinos. Estaciones, aeropuertos, terminales se convertirán en lugares de saludos, abrazos, espera. La ciudad empezará a cambiar de rostro, poblada de mochilas y canciones, sonrisas y lenguas mezcladas.
El martes 29, el Jubileo estallará en fiesta con la Misa de bienvenida en la Plaza de San Pedro: un momento poderoso y coral, en el que los corazones de los jóvenes se unirán a la voz de la Iglesia de Roma para decir: «Estamos aquí. Estamos listos».
El miércoles 30 y el jueves 31 serán dos días especiales: el “Diálogo con la ciudad”, en el que los jóvenes se dispersarán por barrios, museos, patios escondidos, iglesias antiguas. Roma se abrirá como un libro, ofreciendo sus páginas más bellas: talleres artísticos, encuentros espirituales, iniciativas culturales, testimonios. Cada rincón de la ciudad se convertirá en un lugar de escucha, de confrontación, de asombro.
El viernes 1 de agosto, el tiempo se ralentizará, se hará interior. Será el día de la Penitencial, con el Circo Máximo transformado en un gran espacio de misericordia y perdón. En él, los jóvenes podrán acercarse al Sacramento de la Reconciliación, experimentar el silencio, dejar hablar al corazón. Será un día para arreglar lo que está desordenado en el interior, para liberar lo que ha quedado sin resolver.
A continuación, el sábado 2 de agosto, los jóvenes partirán hacia Tor Vergata, un lugar simbólico donde el tiempo parecerá detenerse. Aquí, bajo las estrellas, se celebrará la Vigilia con el Santo Padre, un momento íntimo e inmenso juntos. Los jóvenes dormirán al aire libre, como auténticos peregrinos, velando juntos en la noche que prepara el día.
Domingo 3 de agosto, el momento culminante. El encuentro con el Papa y la misa de clausura. Una epifanía de jóvenes reunidos bajo un mismo cielo, los ojos brillantes, las manos levantadas, los corazones abiertos de par en par. El “Amén” más fuerte jamás pronunciado por la juventud del mundo. Una celebración que traerá todas las voces, lágrimas, bailes y promesas de aquellos días.
Entonces, lentamente, comenzará el regreso. Pero no será una despedida: será un adiós. Un “ahora vete” fuertemente susurrado. Porque los que han vivido este Jubileo, nunca vuelven de verdad.
El arte estará en todas partes: espectáculos, exposiciones, testimonios, porque la belleza es uno de los nombres de Dios y también habla a los que aún no han aprendido el lenguaje de la fe. Habrá lugar para el servicio, concreto y silencioso, entre los pobres, en las parroquias, en los centros de escucha. Porque la esperanza que no se convierte en gesto se queda sólo en palabras.
Y de nuevo, encuentros entre movimientos eclesiales, entre realidades diocesanas, entre carismas diferentes que, unidos, formarán un mosaico de fe viva y operante.
En el corazón palpitante de este acontecimiento, el diálogo interreligioso: un espacio donde aprender a escuchar, a conocer, a tender la mano. Porque el futuro no se construye con muros, sino con puentes.