Día Internacional de la Amistad

Día Internacional de la Amistad

El 30 de julio es el Día Internacional de la Amistad, una fiesta creada para celebrar uno de los aspectos más maravillosos de la convivencia entre los seres humanos. 

Con motivo del Día Internacional de la Amistad quisimos verificar la definición exacta de esta forma de interacción, que ha caracterizado la historia de la humanidad desde sus orígenes.

El diccionario ofrece una descripción bastante seca y austera, que no hace del todo justicia a la infinita gama de sentimientos y emociones que caracterizan este vínculo:

AMISTAD: Afecto mutuo, constante y operoso, entre persona y persona, nacido de una elección que tiene en cuenta la conformidad de deseos o caracteres y da un hábito prolongado

La definición no es incorrecta, porque la amistad realmente implica un afecto mutuo y duradero, combinado con el deseo de ayudar al prójimo con palabras y acciones.

En cuanto a la conformidad de deseos y caracteres, la misteriosa alquimia que desencadena un vínculo entre dos personas no depende únicamente de la similitud o de la comunión de gustos y pensamientos. Así como en las relaciones amorosas, a menudo interviene una especie de deseo de complementariedad, como si en el amigo buscáramos a alguien capaz de completarnos, de encajarse con nosotros con todas sus diferencias, no sólo con las similitudes.

“Sin amigos nadie elegiría vivir, aunque tuviera todos los demás bienes”.
Así escribía Aristóteles en el siglo IV a.C. y el propio filósofo famoso definió al hombre como un animal social, que encuentra la forma más satisfactoria y completa de convivencia precisamente en la amistad.

Ciertamente Aristóteles no podía haber sabido que el cerebro humano realmente necesita la interacción social de manera esencial para desarrollarse, gozar de una buena salud y sobre todo mantenerse alerta y activo. Estudios recientes de prestigiosas universidades han demostrado sin lugar a duda que la amistad es un elemento indispensable para una buena calidad de vida, no menos para la salud o el trabajo.

Siempre Aristóteles catalogó tres tipos de amistad posible entre seres humanos, de los cuales solamente uno merece ser considerado verdaderamente válido. Se trata de la amistad ideal, la que es independiente de la utilidad que un hombre pueda obtener de otro hombre, la que va más allá de la despreocupación de la juventud y el compartir placeres y momentos felices, pero que también resiste contra las adversidades y dolores de la vida. Esta es la amistad más sólida, duradera y verdadera, la que surge del auténtico amor y aprecio del otro por cómo está hecho íntimamente.

Una vez más, encontramos una fuerte similitud entre la amistad y la relación amorosa. Después de todo, el poeta inglés Lord Byron dijo: «La amistad es el amor, pero sin sus alas«. ¡Y el del amor era un experto!

Para el gran Cicerón, la amistad es una parte muy importante de la gran armonía que conecta todas las cosas humanas y divinas. Los seres humanos nacen para ser parte de esta armonía, y la amistad es una de las formas que tienen para participar en ella.
Para Cicerón, los amigos deben buscarse por su virtud, porque solamente los dotados de virtud merecen ser considerados como amigos. ¡Ay de los que buscan amigos para caer juntos en los vicios, y también ay de los que justifican los errores de los amigos, la falta de virtud!
Una vez más, la sinceridad es el pilar fundamental de la amistad para Cicerón. Es mejor odiar a alguien abiertamente que fingir ser su amigo.

Volviendo al Día Internacional de la Amistad, fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2011. La idea básica es que, en la base de la vida civil, en la base de la paz y la cooperación entre pueblos, países, culturas e individuos debe existir precisamente este vínculo, este sentimiento tan preciado e importante, que ha sido debatido durante milenios por filósofos y pensadores sublimes, cantados por poetas, celebrados por artistas.

En la era de las Redes Sociales, en la que se abusa del término ‘amigo’, utilizado de manera inapropiada en todas las formas posibles, se vuelve de fundamental importancia recordar el verdadero y profundo sentido de la amistad, especialmente a los más jóvenes, que tendrán que construir el mundo del mañana. Y sobre todo para involucrarlos se concretan los múltiples eventos e iniciativas organizados en todo el mundo con motivo de este día especial, que también se convierte en una oportunidad para promover la solidaridad, la misericordia y los ideales de la civilización demasiado a menudo olvidados en nuestro mundo.
Papa Francisco, siempre pródigo de frases hermosas sobre todos los aspectos de la vida de los cristianos, jóvenes y mayores, dijo: “La amistad es de los regalos más grandes que una persona, que un joven, puede tener y puede ofrecer”.

Historias de amistad entre santos

Hablamos de la visión de la amistad de Aristóteles, Cicerón y Lord Byron. Pero también en el contexto de la Iglesia católica tenemos profundas reflexiones sobre la amistad, y también espléndidos ejemplos de este sentimiento que ha existido entre grandes personalidades del pasado. De hecho, podemos decir que toda la historia del catolicismo se basa en la amistad que ha unido a hombres y mujeres.

Después de todo, ya en el Antiguo Testamento leemos el famoso dicho Quien encuentra un amigo encuentra un tesoro, que proviene de la cita: « Un amigo fiel es un refugio seguro: quien lo encuentra, encuentra un tesoro» (Eclesiástico 6:14). Todavía en Eclesiástico también leemos que «Un amigo fiel es bálsamo en la vida» (Eclesiástico 6:14) y que «Un amigo fiel no tiene precio ni se puede pagar su valor» (Eclesiástico 6:15).

Y si aún quedaban dudas sobre la importancia de la amistad que Dios fomenta entre los seres humanos, Jesús afirmó que: « Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15:13).

Con motivo del Día Internacional de la Amistad queríamos recordar algunas grandes historias de amistad entre los Padres de la Iglesia y los santos. Relaciones exquisitamente humanas, pero frente a las cuales uno no puede dejar de pensar en la voluntad de Dios de reunir almas hermosas y preciosas, que puedan obtener placer mutuo y un amor superior al compartir pensamientos y emociones, que es solamente otra forma de glorificación de Su nombre.

Santa Clara y San Francisco de Asís

Ciertamente, bendecida e inspirada por Dios debe haber sido la tierna y profunda amistad entre San Francisco y Santa Clara de Asís.

Lo que unió a estos dos muchachos, unidos por un inmenso amor fraterno, fue la voluntad de agradar a Dios. Cuando se trata de la amistad entre hombre y mujer, siempre es fácil dudar de que se trasciende a sí misma, en favor de un sentimiento diferente. Dado que no hay nada que impida que dos individuos vinculados por una relación conyugal sean también y aún amigos, en el caso de San Francisco de Asís y Santa Clara se puede hablar más bien de una afinidad electiva, entendida en el sentido que Johann Wolfgang von Goethe dio este término en su novela del mismo nombre. Para el gran escritor y poeta alemán, mientras que el amor es una ilusión desencadenada por la mente para crear relaciones, la afinidad electiva surge del encuentro excepcional entre dos sujetos que se encuentran inmediatamente en total armonía, como dos notas que vibran al unísono, en una melodía que nace y muere con ellas, única, perfecta, inimitable.

Esta fue la amistad entre Francisco y Clara, una amistad espiritual, comparable a la que quizás une a los santos del cielo, a las almas bienaventuradas, libres de razones y motivos, aligeradas por cualquier peso infligido por la carne.

Clara encuentra en Francisco un maestro en la fe, un ejemplo para inspirarse, cuando decide dejar su vida cómoda y fácil, para dejarlo todo y abrazar la pobreza absoluta con sus amigas. Y en esa pobreza, Francisco está a su lado, como un hermano atento. Su ayudarse mutuamente, apoyándose y compartiendo tanto las privaciones como la alegría inmensa dada por la devoción, sella la amistad entre estas dos almas jóvenes y espléndidas, unidas por el amor a Cristo, por el deseo de estar lo más cerca posible de él, en la vida incluso antes que en la muerte.

Apoyo en las dificultades, por tanto, inspiración y consuelo mutuos, en un camino común para mejorarse a sí mismos, para sacar lo mejor de sí mismos, el uno con el otro. Volvemos a encontrar la poética de Aristóteles, y de nuevo nos encontramos con la advertencia a la virtud de Cicerón, y mucho más. La amistad entre San Francisco y Santa Clara hace sonreír a Dios, y la calidez de esa sonrisa bendecida y bendita llega hasta nosotros, que recordamos la historia de estos dos chicos fantásticos y únicos.

San Francisco

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Pensando en Francisco y Clara nos gusta pensar en dos jóvenes enamorados, cuyo amor no se dirige del uno al otro, no sólo eso al menos, sino que se eleva hacia Dios, amplificado y magnificado precisamente por el vínculo que los une.

Santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno

San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno también fueron grandes amigos. Ambos fueron obispos y teólogos, Doctores de la Iglesia y pertenecientes al grupo de los padres capadocios, filósofos cristianos helenísticos que en el siglo IV formaron una especie de familia monástica en la que el Cristianismo y la filosofía encontraron su conjugación.
San Basilio Magno y San Gregorio de Nacianceno, por lo tanto, compartieron sus conocimientos, su gran conocimiento teológico, para definir conceptos inmensos, como la divinidad del Espíritu Santo y la del Hijo de Dios. «Entendimos que el amor a la sabiduría era lo que ambos buscábamos» San Gregorio Nacianceno afirma en sus discursos.

Pero antes del intercambio de estudios y conocimientos, entre los dos hombres existía una relación de gran admiración y estima mutua, lo que hacía que ambos disfrutaran de los éxitos del otro, de los reconocimientos que se le atribuían al amigo, como si fueran los suyos.

Como en el caso de Francisco y Clara, también para Basilio y Gregorio podemos hablar de afinidad electiva, y de la voluntad de Dios de reunir dos almas destinadas a unirse de una manera tan indisoluble y preciosa. De nuevo, Gregorio, en sus discursos escribe: «Nos habíamos encontrado en Atenas, como el curso de un río que, naciendo en una misma patria, se divide luego hacia diversas regiones (a donde habíamos ido por el afán de aprender) y de nuevo, de común acuerdo, por disposición divina, vuelve a reunirse».

Son precisamente las palabras dejadas por san Gregorio las que nos hacen comprender la profundidad espiritual e intelectual de este vínculo, capaz de enriquecer y elevar a dos hombres ya excepcionales tomados individualmente, para hacerlos aún más grandes. «Una sola tarea y afán había para ambos, y era la virtud, así como vivir para las esperanzas futuras de tal modo que, aun antes de haber partido de esta vida, pudiese decirse que habíamos emigrado ya de ella. Ése fue el ideal que nos propusimos, y así tratábamos de dirigir nuestra vida y todas nuestras acciones, dóciles a la dirección del mandato divino, acuciándonos mutuamente en el empeño por la virtud».

Y concluye, con una frase que resume de manera ejemplar no sólo la amistad entre él y Basilio, sino la amistad entre todos los santos y, a quien le gusta pensar así, con motivo de esta recurrencia, de todos los hombres que profesan ser amigos: «Parecía que teníamos una misma alma que sustentaba dos cuerpos«.

San Agustín de Hipona

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San Agustín también repetirá lo mismo: “Bien dijo alguno cuando llamó a su amigo la mitad de su alma. Tenía de hecho la sensación de que nuestras dos almas fuesen una sola en dos cuerpos”.

Frases sobre la amistad de los santos

“Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente”
San Pablo, Romanos 12:10

“Bien dijo alguno cuando llamó a su amigo la mitad de su alma. Tenía de hecho la sensación de que nuestras dos almas fuesen una sola en dos cuerpos”
San Agustín

“La amistad es la realización más auténtica de la persona” 
Santa Teresa de Ávila

“La amistad que tiene su fuente en Dios no se extingue nunca” 
Santa Catalina de Siena

“Nos hace mucho bien, cuando sufrimos, tener corazones amigos, cuyo eco responde a nuestro dolor”
Santa Teresa de Lisieux

“La verdadera amistad no puede durar a menos que se base en la virtud”
San Juan Bosco

“Encuentra el tiempo para ser amigos: es el camino a la felicidad”
Madre Teresa de Calcuta